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Lo indispensable

Así mismito, pero en mi iPod

Esto es una suerte de continuación del post aquel sobre lo que uno debería llevar siempre en su iPod. Ya que empecé a contarles que me armé con mi arsenal de discos favoritos para que me acompañen a donde sea, creo pertinente decirles cuáles son estos discos. Aunque parezca una mescolanza sin sentido, no lo es, es un reflejo de años y años de exposición al arte del rocanrol, la trova, el blues, los clásicos, el bolero, el rock argentino, los nacionales, el tango, el folk... Todo queda reunido en –por el momento– 49 álbumes con 759 canciones en 2 días, 5 horas, 33 minutos y 12 segundos de música que ocupan 3,85 gigabitiones.

No fue muy fácil llegar a esto. Quise tener la mejor música posible en mi iPod así que empecé por el principio: mis discos más favoritos de la vida. Así cargué el Canción animal de Soda, El tiempo de las cerezas de Bunbury y Vegas y el OK Computer de Radiohead. Seguí después con discos a los que me he referido como obras maestras, como el Dark side of the moon de Pink Floyd, el Seres de Karma, el Pequeñas anécdotas sobre las instituciones de Sui Géneris, el Abbey Road de The Beatles, el Artaud de Pescado Rabioso, el The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders of Mars de Bowie o el Serú ’92 de Serú Girán. Luego vinieron esos conciertos imprescindibles como el Paris de Supertramp, el Directo '90 de Bosé, el Live 1966, The Royal Albert Hall concert de Dylan, el MTv unplugged de García, el Show de The Cure o el Euforia de Páez. Para finalizar, álbumes que, de tanto en tanto, me han conmovido en formas inusuales, como el Dynamo de Soda, Bloodflowers de The Cure, el Naufragios de Mikel Erentxun, el Enemigos íntimos de Sabina y Páez, el Desaparezca aquí de Nacho Vegas o el Micah P. Hinson and the Gospel of Progress y el Spinetta y los Socios del Desierto, de sus homónimos. Por ahí aparecen cosas medio raras como el You are my home de Rivulets o el Beware of ABCKO!, bootleg de George Harrison, acompañados de bandas sonoras como las de Lost in translation, FLCL o In the mood for love.

Hay en mi grupo de discos un par que, en circunstancias normales, me habría parecido una estupidez. Me refiero al Hindsight de Anathema y al Still de Nine Inch Nails, ambos recopilaciones de temas de dichas bandas, pero en versiones nuevas. De más está decir que suelo odiar esos discos de reversiones que sacan artistas desesperados y en decadencia, pero estos son unos casos excepcionales para mí, pues nunca antes había escuchado a Anathema ni a Nine Inch Nails antes de escuchar esos discos. Así que, para mí, esas son las versiones que valen, no las otras. Y hablando de recopilaciones, también se repiten en forma de conciertos –además de los ya nombrados aparecen El regreso de Calamaro, el Nos sobran los motivos de Sabina, el Spinetta y las Bandas Eternas del flaco Spinetta, el The song remains the same de Led Zeppelin o el Yo no quiero volverme tan loco de Serú– y hasta hay una recopilación recopilación, con todas sus letras, que no es un concierto, el The complete recordings de Robert Johnson.

A veces saco unos álbumes, meto otros, según criterios un poco azarosos. Por ejemplo, saqué el Blood on the tracks de Dylan, pese a ser un discazo, porque no logra cuajar del todo conmigo –talvez sea de dedicarle un poco más de tiempo–, y metí el Palabras más, palabras menos de Los Rodríguez por ser una oda al rock y todo lo demás.


Y así, seguiré adelante hasta que la muerte nos separe. Por si a alguien le interesa, le dejo el link donde está la lista completa para que se vaya actualizando con los cambios. ¡Y que siga el rock!

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Escriban, que yo no dejé a nadie...

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