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Algún día tenía que pasar

Así se ve mi nuevo teléfono, desde todos los ángulos.
La tecnología avanza y es hora de que yo la deje avanzar un poco a mi alrededor. Después de más o menos nueve años a mi lado, le llegó el momento de la jubilación a mi viejo Nokia –el que salió en este post–. Sin rituales, sin tristeza, más bien con la certeza de que era un buen momento para el cambio, decidí aceptar el heredado Nokia X1 y dar de baja con honores a mi antiguo teléfono cuyas características principales eran tener todos los números de las teclas borrados, sufrir de desajustes constantes de la tapa de la batería, batería que ya no duraba mucho, la pantalla un poco rayada y hasta un ligero resquebrajamiento en uno de los bordes. Y así, casi sin darme cuenta, comenzó la etapa del X1.

¿Cuánto irá a durar? Si tiene una vida útil parecida a la del anterior, podría estar pensando en cambiar de teléfono en el 2023 o algo así. Cuando Monstrina me lo regaló, ya tendría como un año de uso y, según pensamos, llegó a mis manos en el 2005, talvez. Si ella no me lo hubiera regalado, lo más probable es que no tuviera celular hasta ahora y que jamás me hubieran pasado cosas como esas llamadas misteriosas que me demostraban odio o amor. Ando bien comunicado a estas alturas de mi vida aunque, la verdad, no me gusta mucho hablar por teléfono. Siempre voy huyendo hacia las más impersonales formas de comunicación: en lugar de hablar en persona, prefiero hablar por teléfono; en lugar de hablar por teléfono, prefiero escribir un mail; en lugar de explayarme en un mail, prefiero usar los 140 caracteres del Twitter; en lugar de los 140 caracteres del Twitter, prefiero el silencio. Así me voy recluyendo en la sombra mientras la gente se mata por salir al sol y trato de evitar la comunicación. El Álvaro debería estar leyendo esto...

Como suele pasar, me desvío del tema y me voy hacia otras cosas. Vuelvo al tema del teléfono. Ya me había más que acostumbrado a su vibración –porque me gustaba tenerlo siempre en silencio– en mi bolsillo derecho o en el escritorio. Al nuevo teléfono lo personalicé de tal forma que también esté callado y sólo me avise cinéticamente si alguien llama, pero parece que no lo logro porque los mensajes vienen acompañados de un pequeño “bip” que no puedo eliminar –porque si lo elimino, se va también la vibración y no puedo enterarme que alguien me ha escrito sin la vibración– pero bueno, parece ser un bip muy pequeño, soportable y muy poco molesto, que trataré de cambiar cuando me sienta con ganas de luchar contra la tecnología. Capaz que solo es que me estoy haciendo viejo y los artilugios de los nuevos tiempos ya empiezan a ser demasiado para mí, lo que sólo me deja dos opciones: o me decido a seguirle el paso a la tecnología o me hago a un lado y la veo alejarse mientras me quedo atado a una computadora de hace seis años. Ya veremos qué mismo pasa.


Ahora que he empezado a escribir esto, no sé qué más podría decir. Talvez debería simplemente aprovechar para agradecerle al teléfono por la compañía, ya que estuvo conmigo todos los días –con muy pocas excepciones– desde hace como nueve años, y por haber regresado a mis manos después de que un par de asaltantes, que amenazaron con matarme si no les entregaba mi teléfono, se dieran cuenta de su falta de valor económico. Pues bien, él sobrevivió a ese asalto mientras que talvez ese par de malditos ya están cumpliendo su condena eterna de trabajos forzados en el infierno, sin un teléfono que los pueda ayudar para llamar a un abogado que los saque de ahí. Bien por ellos

Comentarios

  1. jajaja no sabía lo de los asaltantes. Pobres. El mío tampoco vale mucho, y eso es lo mejor, así no andas con miedo a que te lo roben.
    Yo amo los Nokia, son tan buenos... :) pero hace poco me enteré de que Microsoft compró Nokia y me quería morir :(
    Pero bueno, también me fui por la ramas, felicidades por tu nuevo celu Gatuno!

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    Respuestas
    1. Y yo no sabía eso de Microsoft. Con razón hay ese smartphone de Nokia que usa Windows. Al mío le falta todavía mucho para algo así.

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Escriban, que yo no dejé a nadie...

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