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Mostrando las entradas de 2008

Lunático

Las cosas salen de los lugares menos pensados... El otro día me fui a ver La tourneuse de pages y conocí a Déborah François , la protagonista, hermosa mujer dueña de una belleza perturbadora, pese a no ser el tipo de mujer que me gusta -o talvez por eso-, y dueña también de un par de lunares en el cuello. De la película mejor no hablar, así que de una me dedico a lo que salió de la caja de Pandora que se abrió con los lunares. Fue algo totalmente imprevisto, un disparador escondido en lo recóndito del inconsciente, en la parte prohibida de la memoria... Prohibida porque es el camino directo a la bodega donde se guarda lo que no se debería volver a ver. Estoy exagerando... me gusta recordar algunas de estas cosas que alguna vez fueron letales y premeditadas minas antipersonales que dejaron enterradas ciertas chicas para volarme en pedazos después de su partida -toda mina extermina-. Con el paso del tiempo me he dado cuenta que hasta el más insufrible dolor deja de ser lo que era... qué

Ganas de conocerla

Por primera vez en la vida sentí ganas de conocer a alguien que ya murió. Debo aceptar que muy pocas veces he sentido realmente ganas de conocer a alguien... Encontré a la mujer perfecta, cerveza en mano, voz diabólicamente angelical, bella como pocas, infeliz como muchas, una nube de humo de tabaco a su alrededor, lentes, lentes, lentes (a veces sin cristales), la pinta más deliciosa de cualquier estrella de rock en la historia, la personalidad más arroladora sbre el escenario... Pero lleva más tiempo bajo tierra del que la pasó con los vivos. ¿Qué le hubiera dicho? ¿Me hubiera podido acercar a ella? ¿Me hubiera subido a bailar sobre la tarima cada vez que ella lo pidiera? ¿Hubiera aprendido sus canciones? Si hubiera estado con un par de cervezas dentro, talvez le hubiera invitado un whisky, aunque ya me conozco y seguramente los nervios me hubieran dominado y me la hubiera quedado mirando como un enfermo, tratando de escuchar su risa para no olvidarla nunca en vez de ir en busca de s

Ni Sibel ni Simona ni nada...

¿Se acuerdan de la chica que me llamaba por teléfono y me decía que me amaba ? Algunas veces mantuvimos conversaciones telefónicas y después pasamos al campo del chat. Ella supo cómo conseguir información sobre mí, mi nombre, mi teléfono, mi correo electrónico... Y me supo mentir. Dijo que la conocería, dijo que se iría a Chile -iba a estudiar enología, gastronomía, algo así-... desapareció por un tiempo y reapareció, dijo que se había peleado con su papá y que por eso volvió, dijo que cocinaba muy bien y que me invitaría a una cena muy especial, dijo que yo me enamoraría de ella porque era irresistible, dijo que en Barcelona una chica la acosó, dijo que me escribiría un cuento, dijo que me traicionaría muy poco, dijo que gustaba del vino y la heroína, dijo que me daría mucha más música de la que realmente me dio, dijo que le estaban empezando a gustar las chicas, dijo que estoy loco, dijo que me llevaría a vivir con ella, dijo que se llamaba Sibel, dijo que se llamaba Simona... como

Quiero vivir para repetir otra vez este momento

(Concierto de Andrés Calamaro en Quito, Ecuador, parte de la gira La Lengua Popular , jueves 23 de octubre de 2008, Coliseo General Rumiñahui, 20h00) La vida está hecha de canciones, de estas canciones que escuché, canté, grité, salté y lloré en el concierto. Mucha gente no entiende por qué me comporto así en los conciertos. Destrucción total, vida total. Y uno se deja llevar, pero también está todo el tiempo con la cabeza a mil, dando vueltas, purificándose, perdonándose, sintiendo la epifanía, sacando cada lágrima, cada culpa, cada arrepentimiento, cada corazón roto, cada enamoramiento, cada venganza, cada plegaria, cada súplica, cada pena, cada maldición... y cada palabra que canto desde el corazón me ayuda a seguir vivo, me ayuda a perdonarme de algunas cosas, a aceptar otras, a darme cuenta de muchas otras, a dejar pasar... y, a veces, aunque sea sólo a veces, a olvidar un poquito. Quiero arreglar todo lo que hice mal, todo lo que escondí hasta de mí ... Las primeras palabras, a

¿Habrá pileta en Tokio?

Soy un tipo que ha perdido todo el amor del mundo. Pero no me importa ahora. Somos los campeones de América. Quisiera tener aquí a la mujer que amo y besarla interminablemente para festejar y levantar la copa con ella... pero, por primera vez en la vida, no me importa que ella no esté a mi lado... somos los campeones de América. Todas las mujeres que pusieron su amor -a veces hasta sus piernas- sobre mis hombros como una bestia inmensa , y luego me dejaron como si nada, no importan ahora. No importa ni su amor, ni su cobardía, ni sus ganas, ni su belleza, ni su odio final, ni las canciones, ni mi propio dolor. No importa. Nada importa. Somos los campeones de América. El amor es una maldición... Maldita sea la maldición que maldice mi maldita vida ... Pero me vale... somos los campeones de América y no me voy a cansar de repetirlo ni de sentirlo dentro de mí. Tengo que reconocer que, en el partido con Libertad aquí, había perdido la fe. Mitad del segundo tiempo y empatábamos a ce

La vida se cuenta en asientos de taxis

Hubo un tiempo en que tuve a alguien. Y ella me tuvo también. ¿Se dan cuenta qué perfecto puede llegar a ser todo en esta vida? Pero, como era de esperarse, no duró... nada dura lo que debe... Ha pasado más de un año y los recuerdos están todavía claros, como si hubiera sido ayer... pero algo es diferente. Debe ser por la certeza de que no se va a repetir, esa extraña sensación de no haber luchado un poco más por lograr todo lo que quería, el haberme dejado convencer y esa estúpida capacidad de aceptar la verdad. Ella puso su cabeza en mi hombro... ¿qué más podría pedir? Lo había deseado por tanto tiempo y un día, de la nada, sorpresivamente, pasó. Su aroma se quedó en mí, la suavidad de su piel, sus besos tan apasionados... todo era para mí. Diecinueve días después, sin habernos vuelto a ver, el sueño se acabó. Y me quedé sin su cabeza en mi hombro... El tiempo me encontró después de lado a lado, saliendo con chicas, probando talentos en el desagradable pero irresistible juego de la

Nuevos teamos por teléfono

Fue a finales del año pasado. Iba en el auto con la Diana y el Marco y mi celular vibró. Contesté. "Te amo" dijo la voz de mujer. En ese tiempo una mujer me amaba y sé que no era ella quien llamó porque reconocería su voz, entre otras cosas. No tuve tiempo de decir nada porque me colgaron. Segundos más tarde, una nueva llamada. "Te amo". No me acuerdo si lo repitió muchas veces o sólo fue una. Tampoco me acuerdo si pude o no entablar una pseudo conversación. La cosa es que fueron como 5 llamadas en 5 minutos, siempre llenas de teamos. Yo preguntaba el nombre y ella respondía "te amo", le decía "no me conoces" y recibía otro "te amo", le decía que seguramente es número equivocado y, otra vez, "Te amo". Algún rato vino una seguidilla de unos diez teamos. La Diana me dijo que ya no le conteste o que le dé a ella mi teléfono para ver si le decían lo mismo... Pero después no volvieron a llamar y ahí terminó la cosa. Como siempre en

El regalo navideño

A mi primo le regalaron una guitarra por Navidad. Su más esperado regalo es una computadora -que se ha retrasado un poco- pero la guitarra sí le gustó. Claro, tuve que intervenir en su elección porque la primera que recibió era tan mala que no tenía la cejilla de uno de los trastes y falseaba terriblemente. Por un poco más de dinero tiene una guitarra mucho mejor. "Ahora tienes que enseñarme a tocar", dijo sin saber que soy un pésimo profesor -detalle también ignorado por todos quienes me han llamado para dar clases en algún colegio alguna vez, y comprobado por quienes quisieron que yo sea su profesor de guitarra- y no pude evitar que vengan a mi cabeza las imágenes del mejor capítulo del Chavo, cuando el Chavo y el Quico tratan de aprender a guitar la tocarra con la consiguiente sacada de quicio del Rondamón y el Profesor Jirafales, respectivamente. Muy aparte de todo esto, últimamente he pensado que una guitarra es casi un arma de destrucción masiva o un súper-poder: si cae