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Mostrando las entradas de 2013

Afuera es noche y llueve tanto...

Igual que este gatito de Ivan Olsen Afuera es noche y llueve tanto... No, mentira, no es como en Por la vuelta , aunque sí llueve. Desde la ventana veo los charcos bailarines que reciben cientos de gotitas desde el cielo. Algunas gotas se cuelgan de los cables y tratan de hacer equilibrio, de agarrarse para no dar con sus sueños contra el asfalto mojado, pero irremediablemente caen y le dejan su lugar a otras gotas que se cuelgan igual, con el mismo miedo, con la misma esperanza, y que también se entregan luego a la fuerza de gravedad. Las hojas de la enredadera del muro del patio de la cocina parecen bares o cafeterías donde las gotas se reúnen fugazmente a conversar, a divertirse, a enamorarse, a despedirse. Saltan como un ring, las hojas, gracias al golpeteo incesante de la lluvia, como si les doliera el agua que tanto necesitan. Pero talvez sólo sea que saltan de alegría, quién sabe... En todo caso, no soy yo quien lo sabe. Y yo aquí, seco, a salvo, viendo por la ventana e

Algún día lo perderé

Buena versión del Perro Andaluz, obra del Burricornio Como algunos sabrán, soy un ciborg . Tengo un ojo ciborg y eso me convierte en un ciborg . No me parezco mucho al tipo de Tetsuo, the iron man , pero igual. Es como estar muerto: uno está o no está, pero no está en algún punto intermedio. Así, yo soy un ciborg y punto. Desde aquel accidente que tuve mientras River le ganaba a Barcelona en el Modelo por la semifinal de la Libertadores ’86 , dejé de ver bien con mi ojo izquierdo. Me operaron por la catarata traumática resultante, me sacaron el cristalino y tuve que usar lente de contacto durante un tiempo. Bueno, la verdad es que tendría que haber usado el lente toda la vida, pero resulté ser un poco alérgico, no podía ni ponérmelo ni quitármelo y no soportaba tenerlo dentro de mi ojo... era como tener una piedra dentro. Así que dejé de usarlo. Muchos años después –creo que fue en el 2004– me volvieron a operar y, esa vez, me pusieron un lente intraocular. Un objeto extrañ

¡Nos vamos al Mundial!

Así terminamos las eliminatorias. Aunque hubo un rato en el que parecía que todo iba a estar muy fácil, aunque hubo otro rato en el que parecía que no lo lograríamos, aunque hubo un rato en el que todo dejó de importar, ahora la espera y el sufrimiento terminaron y, con una derrota bastante intrascendente en el Nacional de Santiago (y tras una victoria por la mínima de los orientales en el clásico del Río de la Plata ) nos metimos como cuartos en las eliminatorias para Brasil 2014 . Pese a estar ya ahí, no se siente lo de las veces pasadas, sobre todo lo de la primera. Ese día bajé a ver el partido en la casa del Carlitos Andrés entre cervezas, cositas de picar, gritos, emoción y todo lo demás. Mucho nerviosismo, y la cosa se puso peor después del penal que ejecutó a la perfección el malogrado Darío Silva . Para el segundo tiempo, más allá de algún susto, la impaciencia mataba más a quienes estábamos frente a la tele que a los jugadores. En una gran jugada, Aguinaga burló

La tristeza que se le pega a uno de los sueños

Como un cigarrillo que sabe que se va a terminar... Sentado frente a la computadora, muerto de cansancio y con mucho sueño, pero sin poder irme a dormir. La cama está a unos dos o tres metros de donde estoy, pero parece que estuviera en otro país, tan lejos la siento. El sonido del ventilador de mi computadora es un estruendo de turbina del espacio que me obliga a subirle un poco más de lo que quisiera al volumen de la música. Estoy descalzo y me está dando frío, me da pereza mover las manos para escribir, pero creo que lo mejor que puedo hacer es aprovechar el tiempo con este texto, ahora que la Carmenlou me tiene aquí hasta estas horas. Y cada vez más sueño, más sueño, que a ratos creo que empiezo a soñar despierto. Hablando de soñar, la otra noche tuve un sueño entretenido, largo, en tiempo real, no como otros que suelo tener, inconexos, ridículos. Pero pese a que el sueño me gustó, me dejó un poco triste porque había un gran ambiente de tristeza todo el tiempo. No sé s

The blog, so far

No tiene nada que ver con nada, pero bueno... Se acabó septiembre y es hora de hacer un resumen de cómo me fue. La idea –o el reto, como quieran– era escribir un texto diario . Había quedado en ver si alcanzaba a llevar el ritmo de escribir un texto al día durante todo el mes, como un horizonte relativamente posible para alguien como yo. Después me puse unas excepciones, como en los casos en los que escribiría sobre la Música de los tiempos . Algunos días fallé, algunos otros lo logré con las justas. Ahora abro la página de las estadísticas y les cuento lo que encuentro. Aquí dice que en el último mes se han visto 4.526 páginas de mi blog. Nada mal para quien estaba acostumbrado a que su blog pase absolutamente ignorado por el mundo entero, y más si se toma en cuenta que en toda la vida –o al menos desde que empezó a correr el contador de blogger (que no sé cuándo también habrá sido)– ha habido 70.990 visitantes. El día de las visitas máximas fue el 5 de septiembre, con 245. E

El placer de los placeres

No encontré la hermosa escena de sexo del Sacrificio de Tarkovski, así que... Tengo una amiga que me dice que escriba sobre sexo. Será porque nos tenemos mucha confianza y ya llevamos algunos años de conocernos, no sé, pero solemos hablar mucho de sexo. Así como hay gente con la que uno conversa de fútbol, está también la que trae como tema de conversación la música, los que prefieren la política, el cine, aquellos que se decantan por los recuerdos en común o esos cuyo único tema de conversación son sus hijos –de esos intento mantenerme alejado–; con mi amiga Cheluna , además de conversar mucho sobre otras cosas, el tema sexual sale a cada rato y es muy divertido. Pero creo que todos estarán de acuerdo que más divertido que conversar sobre eso, es hacerlo... por eso tenía dudas de si sería buena idea escribir este post. Además de que no sé muy bien cómo abordar el tema y de que ya he hecho alguna leve referencia alguna otra vez, sea lo que sea que opte por decir, no será nada

Martina

Si tuviera carro, este sería el único " BEBE A BORDO " que pegaría en la ventana Tercera vez, y sigue siendo como la primera. Ayer, el Emo y la Raquel recibieron a Martina, su primera hija, y primera ecuatoriana de la nueva generación. Parecía que se iba a demorar un poco más en llegar, pero así, sin mayor aviso, apareció. El nerviosismo en el ambiente, la seguridad de que todo saldría bien, la impaciencia… todo duró hasta las 19h30, más o menos, cuando por fin Martina nació y la familia creció. Después de haberles visto al Emo y a la Raquel durante el embarazo, puedo decir que fue un proceso muy feliz para los dos. La Raquel es una de esas mujeres a quienes les sienta bien el embarazo y lo llevaba con mucha alegría, más allá de las normales molestias que sentirán quienes están embarcadas en el viaje hacia la maternidad. Su contextura física hacía lucir muy bien su pancita de embarazada y ahora supongo que se verá mejor que nunca con su hija en brazos. El Emo, por su

Lo indispensable

Así mismito, pero en mi iPod Esto es una suerte de continuación del post aquel sobre lo que uno debería llevar siempre en su iPod . Ya que empecé a contarles que me armé con mi arsenal de discos favoritos para que me acompañen a donde sea, creo pertinente decirles cuáles son estos discos. Aunque parezca una mescolanza sin sentido, no lo es, es un reflejo de años y años de exposición al arte del rocanrol, la trova, el blues, los clásicos, el bolero, el rock argentino, los nacionales, el tango, el folk... Todo queda reunido en –por el momento– 49 álbumes con 759 canciones en 2 días, 5 horas, 33 minutos y 12 segundos de música que ocupan 3,85 gigabitiones. No fue muy fácil llegar a esto. Quise tener la mejor música posible en mi iPod así que empecé por el principio: mis discos más favoritos de la vida. Así cargué el Canción animal de Soda , El tiempo de las cerezas de Bunbury y Vegas y el OK Computer de Radiohead . Seguí después con discos a los que me he referido como obr

Harasme acuerdo...

Hay muchos errores que uno puede cometer, desde casarse por dinero creyendo que así se arreglarán los problemas, hasta llamarle por teléfono al jefe estando borracho para insultarle, pasando por cambiar la configuración de la computadora sin saber lo que se está haciendo y terminar dañando todo al punto de que no se vuelva a encender, no devolverle el saludo a alguien que conoces porque no estás seguro de quién es o torcerse el pie al cruzar la calle por andar hablando por celular. Cuántas guerras, cuántas muertes, cuantas fortunas perdidas por una mala decisión o un acto equivocado, cuántos años de atraso en avances científicos por errores de juicio, cuántos campeonatos robados por equivocaciones de los propios jugadores. Pero nada se compara con lo que ahora les diré: el peor error que pueden cometer es decirme “harasme acuerdo”. Conocida es la incapacidad de mi memoria por retener casi cualquier cosa. Aunque el Emo diga que tengo la cabeza llena de datos inútiles, no es tan

La música delatora

Cuidado con lo que cargas en tu iPod Conocí a una chica hace unos años, una chica bastante guapa, alta, bonito cuerpo, que incluso había hecho un par de trabajos de modelaje. No era mucho de mi tipo pero no puedo decir que no haya sido una mujer realmente atractiva. La conocí en uno de esos trabajos momentáneos que suelo tener, de esos rápidos, poca paga, mucho trabajo y casi sin tiempo para la vida social. No nos sentábamos en computadoras contiguas, pero el típico intercambio de miradas mientras ella se aislaba del mundo y se concentraba en lo que tenía que hacer gracias a su iPod , sus sonrisas a las que yo no sabía bien cómo responder –gracias a mis incapacidades para este tipo de cosas– y alguna conversación corta en los recesos nos fueron acercando. Luego ya almorzábamos juntos y, como cualquier chico y chica que se están conociendo, hablábamos de nuestra vida. No me acuerdo cuánto habrá durado ese trabajo de digitador, pero no debe haber llegado a las dos semanas. Lo que sí

Terrorismo en los sueños

Hoy me desperté con algo dentro, en el pecho, algo a lo que solo le puedo llamar indignación. Indignación por lo que pasaba en el sueño que tuve y que me despertó. No me acuerdo qué mismo pasaba, lo que me acuerdo es que no tenía nada que ver con lo que iba a pasar. Era un sueño de lo más común, con las cosas imposibles e incomprensibles que suelen pasar siempre, cuando, de repente, por algo estaba yo frente a la tele y aparecía la torre Eiffel. Ante mis ojos, sin aviso, la torre explotaba y sus pedazos salían volando a kilómetros –algo que seguramente no podría pasar en la vida real, esa explosión parecía en un modelo a escala y no en la de tamaño real–. Como es típico en la televisión, pasaban la imagen una y otra vez, como para poder ver bien qué mismo pasó. Sentía una especie de ira con la impotencia de no poder hacer nada, de ver eso tan hermoso sufriendo algo tan terrible. Después, pasaban a Roma –vía satélite, seguramente, no me acuerdo– y se podía ver cómo se derrumbaba la b

Algún día tenía que pasar

Así se ve mi nuevo teléfono, desde todos los ángulos. La tecnología avanza y es hora de que yo la deje avanzar un poco a mi alrededor. Después de más o menos nueve años a mi lado, le llegó el momento de la jubilación a mi viejo Nokia –el que salió en este post –. Sin rituales, sin tristeza, más bien con la certeza de que era un buen momento para el cambio, decidí aceptar el heredado Nokia X1 y dar de baja con honores a mi antiguo teléfono cuyas características principales eran tener todos los números de las teclas borrados, sufrir de desajustes constantes de la tapa de la batería, batería que ya no duraba mucho, la pantalla un poco rayada y hasta un ligero resquebrajamiento en uno de los bordes. Y así, casi sin darme cuenta, comenzó la etapa del X1 . ¿Cuánto irá a durar? Si tiene una vida útil parecida a la del anterior, podría estar pensando en cambiar de teléfono en el 2023 o algo así. Cuando Monstrina me lo regaló, ya tendría como un año de uso y, según pensamos, llegó a

Música de los tiempos – cuarta parte: 2003

Bueno, a lo que vinimos. Ahora me toca reseñar esa música del 2003. Diez años ya de eso, razón que no me acuerdo nada. No debería decir “nada”, pues la verdad tengo muy gratos recuerdos de ese año, algunos de los cuales parecen mucho más lejanos y a otros los veo como si fueran hechos recientes en la vida. Me acuerdo, por ejemplo, que en 2003 empecé la mejor parte de la carrera en Comunicación : la especialización –o como sea que le hayan llamado en ese tiempo– en Literatura y que ese detalle generó vivencias muy divertidas que suelen regresar a mi cabeza para alegrarme el día. Y ahora que me veo al espejo me encuentro diez años más feliz que joven. Después de la breve y patética introducción, se vienen los temas: Blinded by the light – Manfred Mann’s Earth Band Estaba viendo la tele una de esas noches en las que uno no se encuentra a sí mismo, cambiando los canales porque no había nada que valiera la pena y pasé por un canal en el que estaban dando una de esas propagandas lar

Despierta

Nubes negras cubren el cielo. El sol brilla allá afuera pero no aquí adentro. Aquí hay una gran tristeza que se ha instalado y se ha puesto cómoda, cerca de la puerta, como esperando que sea el momento de levantarse y salir. Porque ese momento será pronto, no puede demorar mucho más. Los buenos tiempos volverán, este parpadeo del destino es breve y ya se va. Cierro los ojos, cuento hasta tres, porque yo sí sé contar, y al abrirlos todo estará bien. Uno... Dos... Impaciencia. Impaciencia por intercambiar un par de libros para el Kindle, impaciencia por encontrar una mañana cualquiera en el dropbox algún disco divertido del que no tenía ni noticia, impaciencia por la llegada de esa salida a tomar fotos, esa salida tantas veces planeada y otras tantas postergada. Impaciencia por conocerlo a él, por darle la mano y que me caiga bien. Impaciencia por coincidir alguna otra vez en un trabajo, impaciencia por repetir la magnífica experiencia de ser un equipo, de poner la bandera