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Mostrando las entradas de septiembre, 2009

Tengo que pensar que ahora soy mayor

Sensaciones olvidadas que, de un día para otro, renacen y se quedan como si nunca se hubieran ido. Como una canción que amaste y que, casi sin darte cuenta, dejaste de escucharla y la archivaste en la memoria, pero que regresa vengativa en la emisora más escondida y la escuchas justo cuando vas en un taxi. Como el boleto de lotería ganador que compraste una vez sin que te hayas molestado en chequear los resultados de ese sorteo, que espera paciente en el fondo de un cajón y sale en medio de la mudanza, llevando su número directo a la web de Lotería Nacional y te detiene el corazón -no como quisieras- al ver coincidir cada dígito. Como la salida con los amigos, justo cuando no tenías ganas de salir pero ellos molestaron tanto que acabaste accediendo, la mesa del bar y las miradas que se cruzan con la chica más guapa del lugar, quien al final de la noche te da su número para que la invites a salir. Como el regreso del gatito que creías perdido, maltrecho pero ronroneante, adolorido y mue

Entre las curvas

Puede que haberme quedado dos vueltas más en pista sea suficiente para alcanzar la punta. Mi monoplaza surca el trazado como un tren bala sobre sus rieles, la línea perfecta, al máximo en las curvas sin perder una milésima. Salgo de la parabólica y me enfilo con al acelerador a fondo en la recta principal... Segundos interminables con el motor a mil. Me acerco al semáforo y pienso en el miedito estúpido que me ataca cada vez que paso por aquí -que se cayera el semáforo sobre mí... qué imposible-. Nuevo récord de vuelta. Se enciende una luz en el tablero, es la indicación del equipo. Una vuelta más... una vuelta más y entraré a pits para el tanqueo y el cambio de llantas. No debo fallar... no puedo fallar. Llego a la variante del Rettifilo, la chicana que alguna vez me resultó rematadamente complicada y que ahora incrementa mi confianza. Entro a 340 y salgo como a 70, pisando los pianos todo lo que mi auto rojo y el reglamento me lo permiten, y dejo atrás la vida que Ronnie Peterson ent

El efecto iPod

Todo puede cambiar con la banda sonora indicada... El estado de ánimo, la velocidad de la caminata, la cantidad de calor o de frío, el estado de vigilia, las ganas de hacer o no hacer algo... incluso la suerte. Salgo de casa por la Sarmiento... lo de siempre en la calle y en mí. Cuando de repente, detrás de un árbol se aparece Piazzola con su Balada para un loco y la gente se borra del mundo. Camino con la sonrisa en toda la cara, respiro dejando a un lado el smog y los semáforos hasta me dan paso siempre. Te hace creer que hoy será un buen día. Pasan las horas, interminables y terribles y te encuentras a ti mismo en el asiento trasero de un taxi , regresando a casa con los audífonos puestos, escuchando la Polonaise de Shigeru Umebayashi y sintiendo a los recuerdos que te caen encima destructivos como un gol del rival en el último minuto de los suplementarios. Nada que hacer... Me subo al bus y se me acerca un niño con su macabro plan de recolectar malhabidamente algo de dinero