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La tristeza que se le pega a uno de los sueños

Como un cigarrillo que sabe que se va a terminar...

Sentado frente a la computadora, muerto de cansancio y con mucho sueño, pero sin poder irme a dormir. La cama está a unos dos o tres metros de donde estoy, pero parece que estuviera en otro país, tan lejos la siento. El sonido del ventilador de mi computadora es un estruendo de turbina del espacio que me obliga a subirle un poco más de lo que quisiera al volumen de la música. Estoy descalzo y me está dando frío, me da pereza mover las manos para escribir, pero creo que lo mejor que puedo hacer es aprovechar el tiempo con este texto, ahora que la Carmenlou me tiene aquí hasta estas horas. Y cada vez más sueño, más sueño, que a ratos creo que empiezo a soñar despierto.

Hablando de soñar, la otra noche tuve un sueño entretenido, largo, en tiempo real, no como otros que suelo tener, inconexos, ridículos. Pero pese a que el sueño me gustó, me dejó un poco triste porque había un gran ambiente de tristeza todo el tiempo. No sé si es casualidad o sólo algo de lo que pasa sin que tenga relación alguna con lo demás, pero el iTunes me está disparando con El tiempo de las cerezas -el tema, no el disco-, triste canción en la gran voz de Bunbury, que tiene también un halo de tristeza eterno, aunque con un poco de valentía y hasta de saber recibir un golpe... tal como se sentía el sueño.

No tengo idea de cómo comenzaba ni cómo seguía, pero llegaba una parte en la que alguien me contaba que una pareja que conozco, una de esas parejas hermosas que parecen perfectas, se había separado. Supongo que esto tiene un poco que ver con que hace un tiempo me encontré con ellos en días diferentes, en cines diferentes y con personas diferentes, y me dio la impresión de que ya no están juntos, sobre todo porque, cuando la vi, ella parecía andar cargando una gran pena. Bueno, en el sueño, inmediatamente después de que yo reciba la noticia de la separación, aparecía él, bastante más gordo de lo que es en la vida real, con aire de bonachón, rodeado de chicas. Eso me molestó un poco porque eso no debería ser así. Él nació para estar con ella y lo sabe. Y lo debería haber sabido en mi sueño.

Después, como era de esperarse, aparecía ella en escena. Y, como era de esperarse, estaba muy triste. Trataba de sonreír, de conversar, de mostrarse animada, pero no lo lograba. En momentos así, lo único que uno quisiera es poder esconderse, que le peguen a uno un balazo o que todo el mundo desaparezca –la ventaja de ser el Dr. Manhattan–. Si lo sabré yo... Como un mal actor secundario, yo la acompañaba por todos lados, caminábamos por las calles, bastante silenciosos, íbamos por la universidad en la tarde, iba anocheciendo y yo sentía que algún tipo de peligro estaba cerca.

Con ese aire medio tenebroso que tienen las calles de mis sueños, casi sentía que debía protegerla. Por ahí asomaba también la Carmenlou a ratos, así como asoma Gandalf en El hobbit de Tolkien, y conversábamos entre los tres y yo me sentía mejor. Pero luego desaparecía y nos volvíamos a quedar solos, ella con su tristeza, yo con mi eterna imposibilidad de poder hacer algo mínimamente acertado para sacar una sonrisa a una chica. Ella se veía tan pequeña, más pequeña de lo que es en la vida real. Le preguntaba de su tesis e inmediatamente me arrepentía porque me imaginaba que no era un tema muy alegre para que ella converse. Así soy yo.

Después de algunas cosas que no me acuerdo, ella me llevaba a que consiga trabajo en un lugar de hamburguesas y yo terminaba tras de la parrilla, con un ridículo uniforme –delantal y gorrito incluidos–, quemando las tales hamburguesas debido a mi inutilidad, mientras ella no entendía cómo diablos me las arreglé para arruinar algo tan fácil.

Y ahora, a la distancia, el recuerdo de esa noche tiene ausencia, pero no porque sienta que me olvido de algo, sino porque el sueño en sí era el reflejo de la ausencia, de los amantes separados, del amigo idiota que hubiera preferido no estar ahí, de un amor que se caía a chorros del corazón destrozado de ella, mientras a él le abrazaban unas chicas con pinta de raperas.


...La ausencia que tendría la portada del The freewheelin’ Bob Dylan sin Dylan ni Suze Rotolo...

Comentarios

  1. Ohh qué sueño raro y triste gatunito. Ojalá que no signifique esa pareja está mal.
    A lo mejor ahora que estoy en cama y con remedios tenga sueños raros :/

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    Respuestas
    1. Espero que tu estadía en la cama no se prolongue mucho... excepto si es en buena compañía y disfrutando mucho.

      Ojalá esos chicos sigan juntos. Realmente son una hermosa pareja. Pero bueno, nada es para siempre...

      Mejórate pronto y que tengas sueños de esos divertidos y calientes.

      Besos.

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  2. Pero sí, qué lata quedarse con tristeza por un sueño. Mejor cuando te producen otro tipo de emociones ;)

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    Respuestas
    1. Sí, totalmente de acuerdo. Me gusta más cuando me despierto sintiéndome capaz de cualquier cosa. Esos sueños que te ponen triste son la peor manera de empezar el día.

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Escriban, que yo no dejé a nadie...

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