Parece que no ha pasado tanto tiempo. A día de hoy son ocho
años, tres meses y 19 días desde la noche cuando se cumplió mi sueño imposible de ver a Soda Stereo en vivo.
Imposible porque llevaban diez años separados y ni en mis sueños más optimistas
los vi reunidos (bueno, eso es mentira porque muchas veces soñé que se juntaban,
pero a efectos prácticos viene a ser lo mismo). Después de semejante regalo del
destino me sentí lo suficientemente afortunado ya como para pedir que se me
cumpla algún otro deseo excesivo. Lo primero en la lista era, cómo no, Pink Floyd, de ley sin Syd Barrett y aunque sea sin Roger Waters. Después de las
incansables veces en que Roger y David Gilmour han hablado del fin
definitivo de la banda y después de la muerte de Richard Wright, me convencí de que lo del live8 fue el último sorbo del néctar divino de uno de los más
grandes grupos de rock (vamos a obviar el Endless
river), y que nunca de los nuncas los vería en vivo, en directo y en persona.
Eso me dejaba todavía con un buen puñado de bandas desarmadas que me tenían
esperando por un milagro, de entre las que se alzaba como mi favorita Karma. Y ayer…
…Ayer el Emo me
envió por WhatsApp una captura de pantalla de la cuenta de Facebook de Carlitos Arboleda con la noticia de que
se reúnen. Arboleda, Ivis Flies, Esteban Torres y Johnny Ayala revivirán a Karma a 20 años del Seres
–largamente el mejor disco en la historia del rock ecuatoriano– y yo podré
cumplir mi sueño de verlos en concierto. Casi me caigo de la silla con tremenda
noticia. Si les parece algo exagerado es porque no aman el Seres tanto como yo, no
tienen una cierta obsesión con cosas como éstas, no han estado esperando 20
años por este momento y, en resumidas cuentas, no son yo.
¿Cómo es que no los vi en vivo? Pues yo diría que mi tardío desarrollo musical y jugarretas del destino tienen la culpa. Antes de que salga el Seres nos pasábamos oyendo el casete que el Emo grabó del Estereorecital de Karma en Radio Visión en el 95, y que me demostraba claramente que no era cualquier banda. Me acuerdo también de una entrevista en otra radio (creo que era la extinta Latina) que yo escuché en los altavoces del Supermaxi y de la vez que tocaron Betty Blue y Los elefantes como invitados en algún intercolegial. Estaban en todos lados como para ser una banda nacional y siempre quise ir a verlos. ¡Cómo no iba a querer ver a semejantes genios!
También tengo noticias de un concierto en el Café Libro abarrotado, según dice el Javi, del que no me enteré hasta
después de sucedido, y creo que hubo otro en la Alianza Francesa, aunque podría ser que estoy forzando demasiado la
memoria y me trae cualquier cosa de vuelta, por lo que no podría asegurar que
pasó realmente. Hasta ahí todo bien, conciertos que no me enteré y exposición
mediática. Talvez si me hubiera empeñado un poco más habría logrado ir a alguna
presentación, pero a estas alturas ya no importa. Lo que todavía me molesta
como un balazo alojado entre pulmón y corazón o como la herida de la daga de Morgul es el recuerdo de las veces que
sí pude haber ido.
La primera fue en fiestas
de Quito del 95, cuando Karma
tocó en La Carolina ante quién sabe
cuántos miles. Casi todos los Engendros
estuvieron ahí, disfrutando del conciertazo y sufriendo a unos monos ebrios que
no paraban de molestar. Yo andaba en líos con una chica, o más bien con dos
chicas. En mi defensa solamente diré cinco palabras: We were on a break! Una de ellas estuvo con los Engendros en el concierto y yo estuve besuqueándome
por las calles en los brazos de la otra. Ahora que han pasado un poquito más de
20 años de eso me pregunto por qué uno se hace problema por cosas así, a tal
punto que se pierde de ver a una bandaza tocando su puñado de himnos solo por
evitarse malos ratos y buscarse buenos ratos. Nada justifica que me haya
perdido de estar con ellos ese día, pero ya nada. Talvez me lo merezco.
Al gran concierto de lanzamiento del Seres del 96 fue todo el
mundo. Los Engendros se juntaron (en
ese tiempo andábamos todos juntos todo el tiempo, pero bueno) en el Teatro Universitario para ir a ver a Karma.
Todos los Engendros menos yo. Yo
estaba en la playa, con mis primos y tíos, solo porque se les ocurrió invitarme
y, con toda la pereza del mundo, y gracias al poder de convencimiento de mi madre,
yo acepté, incluso sabiendo del tremendo concierto que me estaba perdiendo. Al
regresar se burlaron de mí, me sacaron en cara el épico momento en la historia
del rock ecuatoriano que me había perdido, y me restregaron sus flamantes
ejemplares autografiados del discazo que yo no tenía. Por supuesto me sentí mal
y corrí al día siguiente al AudioVideo
de la Amazonas y Veintimilla solo para que el tipo que atiende no supiera de
qué banda ni de qué disco le estaba hablando. Me acuerdo que tuve que esperar
algunos meses hasta encontrar el Seres en el Musicalísimo del Bosque
y abalanzarme a comprarlo.
No sé cuánto tiempo después de eso la banda se separó. Ni
siquiera estoy seguro de que hayan hecho algún comunicado especial, si se
despidieron en algún concierto o si simplemente dejaron de tocar juntos y eso
fue todo. Sólo sé que Karma desapareció
y yo me quedé sin verlos.
Hurgando un poco en el historial documentado de mi vida
puedo encontrar momentos en los que dije “esto
es lo más cercano que estaré de ver a Karma en mi vida”, comenzando por el
concierto de Arboleda en el Pobre Diablo, el dos de mayo de 1998,
cuando me sorprendió y tocó Betty Blue con el mismo Ivis Flies y con el Pancho Terán. Después de nueve años fui
yo quien sorprendí a Arboleda una
noche de mucha música y alcohol en su casa. Pancho González, amigo del entrañable Carlitos, me llevó a una guitarreada organizada por el ex líder de Karma el 6 de octubre de 2007 y ahí
toqué Será. Asombrado, Arboleda
me acompañó en el teclado y se sintió halagado de que alguien supiera ese tema
en la guitarra. Esa noche sonaron también temas como Polución y Betty
Blue, de entre lo que el síndrome
de Korsakoff y el alcohol me dejan recordar. Después de eso empezó una serie
de guitarreadas con él –un par en su casa, otra en la de Pancho González y otra en la de Juan Carlos Lozada (mejor no pregunten)– y otro par de conciertos,
también en el Pobre Diablo, hasta
que el 10 de agosto de 2008, en una parrillada en el feriado para celebrar mi
cumpleaños y el de Monstrina, Lucho “Elvis” lo llevó a Arboleda a nuestra casa, armado con su Korg (creo que era Korg) y tocó en la que probablemente sea la más grande, épica, entrañable
y maratónica guitarreada en la que he participado. Qué manera de cantar, comer
y beber. Esa noche interpretó, entre otras temas de Karma, la monumental obra Trino, que llevaba sin tocar desde
el último concierto con Karma (según
nos dijo ahí). El que se sintió halagado fui yo, pues desenterró ese himno por
mi festejo. Más o menos un año después, el 9 de julio del 2009, en una
presentación de Arboleda con Pancho González en La Estación (la antigua, en el lugar bonito), tocaron temas de Karma, como no podía ser de otra
manera, y me invitaron a pararme en el escenario y lucirme con Será.
Creo que salió bien porque incluso una chica me pidió mi número de teléfono cuando
volví a sentarme con el par de Engendros
que me acompañaban, aunque probablemente eso no haya tenido nada que ver, así
como ahora no tiene nada que ver con nada. Finalmente, como una forma de escapar
del apuro en el que me había metido, el 22 de junio del 2011, en un conversatorio con DavidBroza y Javier Ruibal, hablando de la improvisación,
cada uno interpretó un tema y prácticamente me obligaron a que toque uno yo
también. Como supondrán, toqué Será y les conté que es un tema de Karma, un grupo de acá que me gusta
mucho y que ya se separó, compuesto por un talentoso músico llamado Carlos Arboleda.
Eso es, básicamente, todo lo que puedo decir al respecto. Dijo
Arboleda que el concierto será en
abril. Esto me da un poco de miedo porque podría el destino querer jugarme otra
de esas bromas y hacerlo coincidir con el del Libro de las mutaciones
de Bunbury, el sábado 9 de abril,
para el que ya tengo mis entradas compradas. Creo que esta vez la Fuerza estará de mi lado y podré ver a Karma, por fin, rockeando sobre el
escenario. Ojalá la reunión no se quede en un concierto, sino que haya gira más
grande y que graben un nuevo disco, o al menos que saquen uno del concierto.
Y ahora, a contar los días…
Me cuenta el Javi de un concierto en la casa Humboldt del que no tenía idea, y me hace acuerdo de una vez, en fiestas de Ingeniería, que el Christian Mejía y el Johnny Ayala tocaron Polución. Se me había olvidado incluirla en mi lista... Pero mi recuerdo es diferente, porque sólo era el Mejía, sin Johnny Ayala, lo que lo transforma en la presentación de un miembro itinerante de la banda que ni siquiera está en el disco.
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