Si estoy emocionado es, más que nada, por repetir el ritual.
Sé que no será igual que antes, porque tenemos asientos numerados así que no
necesitaré ir a pararme en la cola del cine desde el mediodía, guardando puesto
al resto, departiendo con los disfrazados, compartiendo las expectativas y todo
eso. Pero igual, no hay nada como sentarse en la incomodidad de las butacas del
cine, rodeado de amigos y sentir el salto al corazón cuando terminan los
trailers, se apaga todo y pasan esos segundos interminables, el corazón
acelerándose, los sentidos alerta para lo que se viene. Los tambores de la 20th Century Fox, Lucasarts (ahora será Disney…
qué se le va a hacer), otro pequeño silencio, oscuridad, expectativa. Y luego
empieza. La música de John Williams
explotando en nuestros oídos y el “Star Wars”
que aparece en la pantalla y que no se ve tan bien por las lágrimas que empañan
mis ojos. El episodio VII nos
espera, como a todo el mundo.
Pero, más allá de eso ¿qué?
No tengo muchas expectativas, la verdad. Sobre todo porque
ya había una historia, sabíamos lo que pasaría, lo que debía pasar o, más bien,
lo que pasó, porque fue hace mucho tiempo en una galaxia muy lejana. Y ahora
viene J.J. Abrahams y cambia la
historia. Como si alguien viniera y dijera que realmente Jesucristo no murió en la cruz, sino que fue apedreado y se
defendió, ascendió a los cielos sin un rasguño y fulminó con una mirada a sus
atacantes; o que Paris y Helena sí huyeron juntos, se quedaron
juntos y vivieron felices para siempre, gobernando una Troya intacta; o que Napoleón
nunca paseó con sus ejércitos por los helados caminos rusos porque nunca quiso
conquistar nada; o que Brasil ganó
el mundial del ‘50 y Barbosa fue declarado héroe nacional.
Eso, por un lado.
Por otro lado, la fe que alguna vez le tuve a Hollywood se extinguió hace rato, y
cada nueva película de superhéroes o remake de un viejo clásico me da la razón.
El cine dejó de ser lo que era (o lo que quería ser) y ahora más que nunca parece
un negocio. La diferencia que le encuentro al cine de ahora es que, gracias a
la tecnología que han desarrollado, se creen capaces de tapar cualquier
estupidez de guion con un montón de efectos especiales, lo que al parecer los
tiene “cubiertos”. El 3D, las explosiones y los escapes imposibles para gente
de carne y hueso (porque los de la pantalla son monigotes digitales) me tienen
harto, pero parecen ser un imán para un montón –y con un montón me refiero a
millones y millones en todo el mundo– de gente que va a ver eso y solo eso. Y
desgraciadamente para mí, creo que el episodio
VII estará lleno de efectos, y la historia se resumirá en la batalla entre el
bien y el mal.
Después de haber visto los trailers me quedó un mal sabor de
boca. No voy a entrar en detalles sobre mi aversión a la forma enlatada,
aburrida y para bobos en la que se hacen los trailers, todos iguales e igual de
malos, simplemente diré que, aunque algo emocionantes, me hicieron pensar en
que Disney trató de hacer una
película “políticamente correcta” e “inclusiva” –casi como si hubiera sido
producida por los mamarrachos de por acá– y rellenó el resto con efectos, algunos
innecesarios, por lo que vi. Un stormtrooper que cae del cielo y se hace bueno,
un piloto rebelde que caen en manos del malo (que, de alguna forma mágica,
consiguió el casco de Vader en Endor) y se hace su aprendiz, y una
chica en medio de eso. Claro que todo esto es cuanto puedo colegir de tres
minutos de escenas entrecortadas y nada más, pero por algo se empieza.
Lo que sí me tiene bastante expectante es la presencia de Max Von Sydow, uno de mis actores más
favoritos. Si no escuché mal en el tráiler, parece que él le pone la voz a Kylo Ren (el malo), aunque con tanta
distorsión robotizada, podría estar equivocado. Bueno, si sí es, sería algo así
como el nuevo James Earl Jones.
George Lucas le demostró
al mundo que es capaz de destruir algo hermoso que él mismo creó, con sus episodios I, II y III. Ahora la
responsabilidad recae sobre J.J.
Abrahams, quien probablemente termine haciendo como Peter Jackson y destruya algo hermoso que no creó. Al ver el plan
que tienen para el futuro (miles de películas que sigan expandiendo el
universo, spin-offs y los demás episodios de la saga) y ver los directores que están
ya escogidos me pregunto si vale la pena. Teniendo en las manos algo tan
grande, hermoso, épico y trascendental como Star Wars ¿no sería buena idea recurrir a los mejores directores
que hay? El spin-off de Boba Fett
por Lars von Trier (quisiera ver de
qué sale Udo Kier en esa), los
próximos episodios con gente como Reygadas,
Cronenberg, Jarmusch, Wong Kar-wai, Michael Haneke, tratar de convencer a Lynch… Soñar no cuesta nada.
En este punto, sigo con mi sugerencia para el mundo: dejen
de gastar tanto en películas tan “espectaculares”, denle esa plata a Jodorowsky y déjenle hacer su Dune a su gusto, aunque varios de sus
colaboradores ya estén muertos y tenga que volver a planear un nuevo casting,
nunca tan bueno como el primero.
Empezaré hoy mi pretemporada de un episodio diario, lo que significa que tendré que aguantar al niño Skywalker y a Jar Jar Binks. Que la fuerza me acompañe…
jajajaja épico final! qué risa! Espero que te acompañe la fuerza Gatuno!
ResponderBorrarPues sí, a mí tampoco me da muchas esperanzas este episodio, aunque nunca fui muy fan tampoco. Jar Jar Binks le quitó sentido a todo. Yoda seguro se revolcaba en su tumba.
Oye, cómo sería una versión de Wong Kar-wai?? ésa la iría aver :)
¡Gracias por el comentario!
BorrarMe emociona ir a ver la película, función de media noche, gente disfrazada... Pero me temo salir decepcionado.
Yoda no tiene tumba :p Se hizo uno con la Fuerza y solo quedó su ropa.
Wong Kar-wai dirigiría la historia de los desencuentros entre Han y Leia en los primeros años de su matrimonio. Seguro sería le mejor de todas las películas.
Ya te contaré qué tal me fue.
Ya!!! Espero tu reporte! Y sí, sería buenaza, y triste, la versión!
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