Ya son algunos días desde que fuimos a ver Sin otoño, sin primavera, una película de Iván Mora Manzano. Después de un riquísimo almuerzo y un buen triunfo de la tricolor sobre Chile, decidimos darnos el chance de ir al cine. Por suerte, la gente -estupidizada aún por la victoria en las eliminatorias (por cierto, vimos el partido con relatos chilenos, cambiamos en el medio tiempo y escuchamos comentarios colombianos, y ambos las llaman "las clasificatorias" [¿será que durante años estuvimos tan acostumbrados a quedar eliminados y no a clasificar, que ni el nombre de la competición era positivo para nosotros?])-, la gente, decía, parece que andaba de festejos y no tenía muchas ganas de ir al cine, así que no tuvimos mayor problema en conseguir nuestras entradas. Llegamos, esperamos que sea hora y entramos. Ciento quince minutos después, salimos.
Cada uno salió con sus gustos dirigidos a diferentes detalles de la película, que variaban desde los aspectos más técnicos (cámara, montaje, estructura del guión) hasta lo más "emotivo" (historia, conocidos, recuerdos de historias pasadas). Y bueno, nuestros "disgustos" también estaban divididos, pero eran pequeños, muy pequeños en el saldo favorable de lo que nos provocó la película. Al final de la noche, me fui con una muy buena impresión de otra película ecuatoriana, una diferente buena impresión de la que me dejó La llamada, de David Nieto Wenzell.
Me he quedado pensando en la película, y hasta con ganas de verla otra vez. Talvez la vea, no sé, porque algo tiene que me hace regresar y pensarla y recordarla. Como mi memoria es tan mala, seguro se me escaparán detalles, pero bueno, a eso ya estoy acostumbrado. Lo que tengo claro es que parece que se viene un giro en la forma de hacer cine acá. Más allá de lo sutilmente innovadora que resulta visualmente, Sin otoño, sin primavera no retrata al ecuatoriano común, al pueblo, al tipo en el que todos nos reconocemos, como suele pasar en casi todas las películas ecuatorianas. Aquí se nos presenta a un grupo de marginados o marginales (algunos por decisión propia) que tienen los mismos conflictos que podrían tener personas de su edad en la China, y que a la vez son diferentes. No utilizan la jerga exclusiva y excluyente que no entenderían en otros países: son gente tan normal o anormal como la de otros lugares de América, sin ser copia ni de aquí ni de allá.
Es raro, pero no me considero uno de ellos. No soy de los que escuchan los LP de hace años, ni de los que tienen las mejores camisetas del mundo (en la película sale un tipo con una camiseta estampada con la famosa foto de Jim Marshall, donde se ve a Johnny Cash haciendo dedo en San Quintín 1970 [sí, parecida a la que usa Bunbury en Los restos del naufragio]), ni los mejores posters en el cuarto, ni escucho esas músicas desconocidas (escucho otras desconocidas, no esas) pero siempre me ha gustado la idea de ser uno de ellos. Tengo algunas camisetas divertidas (Pink Floyd, Star Wars, Donkey Kong, Say No More, The Beatles...) y hasta reviví al Winamp para poder usar ese plug-in que emula el sonido de un LP viejo y rayado... pero supongo que ya es tarde para cambiar y ser "realmente" una de esas personas. Sin otoño, sin primavera me parece, además de un paso firme para el cine ecuatoriano, su estética y sus temas, un tributo a un pequeño grupo de personas con quienes la sociedad suele sentirse un poco incómoda: sabe un poco más que la mayoría pero su sabiduría no podría salvarle la vida a nadie.
No había visto este post!
ResponderBorrarSí, acá con clasificatorias! jaja y no nos va tan bien como para que las llamemos así... :S Así como vamos, debiéramos llamarlas eliminatorias!!
Ojalá llegue esa peli acá, se me antojó!
besos gatuno
Ojalá sean clasificatorias para nosotros esta vez... Estamos fuertes arriba y, si seguimos ganando así en casa, creo que tenemos buena chance. Talvez los tres primeros cupos los estemos peleando con Argentina y Colombia. Creo que que ustedes tendrán que pelear el cuarto con Uruguay, aunque ambos se han caído en las últimas fechas.
BorrarNo sé qué tan fácil sea ver una película ecuatoriana por allá... debe ser igual de difícil que ver una chilena por acá... Talvez en algún festival.
Besos.
Pero tú has visto por lo menos alguna chilena (aunque no nos has entendido mucho...). Yo justamente pensaba eso hoy, creo que nunca he visto una peli ecuatoriana!!
BorrarYo he visto por haber trabajado en los festivales de cine... No me acuerdo de ninguna chilena que haya estado en cartelera fuera de los festivales.
BorrarOh... buen punto... muy cierto. A ver si por alguna de esas casualidades de la vida, viene por aquí a algún festival (y yo me alcanzo a enterar para verla!).
BorrarEn el Ecuador hay de todo, por supuesto que no todos son iguales. Para nada !!
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