Aunque había oído mucho de él, no lo conocía. Lo conocí recién un día que llegó a cobrar una plata, caótico como un tornado cansado en un pueblo desierto. Noté su mirada triste, algo que contrastaba con la fama de desquiciado que tiene. Como el mundillo es pequeño, era inevitable que se encuentre con alguien que conozca a su ex esposa. Y así fue, se encontró con una amiga suya que, además, es gran amiga de la mujer a la que -por su mirada y sus reacciones- él seguía amando. Saludaron, comenzaron a conversar y él le preguntó por ella... Con cierta incomodidad, la mujer no tuvo más que contarle que la había visto el fin de semana, embarazada y feliz con sus invitadas, su esposo y su baby shower. Mientras contaba lo que habían hecho, él la escuchaba y yo lo miraba de reojo. Pude notar esa reacción, la expresión, cambios que se le notaron incluso en la piel y la mirada de un condenado a muerte que tiene que salir de la celda hacia el lugar donde le quitarán la vida. Él intentaba sonreír, pero su mueca estaba lejos de ser una sonrisa. Acababa de recibir un golpe y las lágrimas seguramente se concentraban en la puerta de sus ojos mientras él luchaba por no dejarlas salir. Hablaron un buen rato y, aunque después me explicarón qué fue todo eso, yo ya me preguntaba por qué no inventaba algo para salir corriendo y dejarse arrollar por un bus. Escuchó cómo se preparaba el nacimiento de quien no sería su hija, lo que debe haberle destrozado más todavía. Después de eso se fue y el silencio que resultó fue como el fin de las guerras, donde él hizo el papel de los civiles acribillados por los ejércitos invasores.
Después de unos años la conocí a ella, con las botas más divertidas, y me di cuenta que las historias de amor pueden envolver a los personajes más dispares en los dolores más insoportables.
Él fue el tipo más triste del mundo esa vez... A veces soy yo.
Oh, qué triste. :( Qué situación tan incómoda, querer llorar, decirle que se calle o que se quiere ir, y no poder -¿querer- hacerlo por guardar las apariencias... qué penita.
ResponderBorrarTú siempre tan observador...
No estés triste, la primavera volverá...
Alejo,
ResponderBorrarqué bonita manera de cerrar este escrito.
Tomando en cuenta que cualquier noche de estas se puede volver a ser el más triste, sólo se me ocurre dejarte un abrazo de aliento que te levante en ese momento... un abrazo a distancia de una desconocida, pero no por eso desconocido.
Consuelo, mi más fiel seguidora.
ResponderBorrarSé que algún día volverá la primavera... hasta ese momento, sé que también se puede besar bajo la lluvia.
Liz.
Gracias por las palabras y por el abrazo. Cualquier rato se puede dejar de ser el más triste y volver a serlo un minuto más tarde... después de todo, algunos sólo somos lo que somos gracias a la tristeza.
Besos.