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Un libro es siempre un libro


Me gusta leer. No sé desde cuando, sólo sé que me gusta. Nunca he tenido mucha dedicación para nada pero he tratado de dedicarle un buen tiempo a vivir las vidas de otros en el papel (?) Suelo ser lento para todo y la lectura no es la excepción, aunque ha habido memorables temporadas de lectura sin fin, como pasó con El Señor de los Anillos, que devoré con devoción y una impulsividad casi incontrolable. Toda mi infancia había visto los dibujos de los hermanos Hildebrandt del calendario Tolkien 1978 colgados en las paredes, llamándome para que los conozca. Muchísimo tiempo pasó hasta que me decida a leerlos -mi pretexto era que mi papá tenía el Hobbit y la trilogía en inglés-, y la proximidad del estreno de la película de Peter Jackson en el 2001 me hizo despertar. Me dije que no podía ver la película antes de leer el libro, así que empecé por el Hobbit (en inglés), seguí con La comunidad (en español, porque ese sí había en español) y el resto los leí destrozándome la vista en la computadora, con unos pdf que había bajado. Me acuerdo cómo terminaba con los ojos rojos después de regresar de la Tierra Media.

Ahora las cosas han cambiado un poco.

He leído bastante en la computadora -novelas, cuentos, ensayos, muchos textos para la universidad, varios cómics (ese es otro tema)- y ahora he decidido pasar al siguiente nivel: el Kindle. Compré mi Kindle hace un par de meses y lo dejé abandonado un mes entero por el Cero Latitud. Ahora, con tiempo, le he ido cargando de libros que tenía acumulados y de otros que he ido bajando con ese fin. El objetivo principal de la compra de este aparato divertido es poder aprovechar los archivos leíbles que duermen en mi computadora y que jamás leería si se quedasen ahí. Aquí viene el primer punto en contra del Kindle: no lee documentos .doc ni .docx ni .rtf, lo que significa que uno debe transformarles al formato .mobi.

Aquí un desvío momentáneo para aclarar una duda que teníamos antes de comprarlo: el Kindle SÍ PUEDE cargar libros que no sean comprados en Amazon legalmente (si no fuera así, no tendría ni uno), sólo hay que convertirlos para que el aparato los entienda. Para esto recomiendo el software que me bajé y que es una especie de iTunes gratuito para e-books: el calibre. Con él he podido hacer y deshacer lo que he querido con los varios formatos -con algún problema cuando aparecen gráficos en los libros, pero en general funciona muy bien- y lo recomiendo -además que también facilita la organización de los cómics-.

La transformación no es complicada, pero si uno tiene muchos libros digitales, va a tener que invertir un montón de tiempo en convertirlos -además que soy un maldito obsesivo del orden y tengo que cargar las portadas, llenar los tags, dejar bien el título, el autor... y eso lleva mucho más tiempo-. Así que he pasado frente a la computadora organizando lo mejor que puedo mi pobre biblioteca digital. No puedo negar que me entretiene mucho esta labor y que, al hacerlo, se me ocurren nuevos libros o autores para buscar, lo que garantiza que llegue a tener una cantidad absurda de material sin organizar. Pero bueno, vuelvo al tema...

Otro punto en contra que tiene el Kindle es su pobre manejo de los pdf. No puede cambiar el tamaño de la letra, si es un archivo con hojas "anchas", habrá que buscar la mejor manera de acomodarse en ellas para poder leer bien, lo que se empeora si la letra es pequeña y los márgenes grandes; y si son textos escaneados a doble página resulta bastante laborioso encontrar el tamaño ideal para que sea legible y para moverse lo más fácilmente posible por el libro. Algunos se preguntarán por qué no transformo los pdf a .mobi, y la respuesta es que la transformación no siempre es buena, requiere una revisión y depuración, porque si hay notas al pie o números de página, los mete en el cuerpo del texto y hay que estar arreglando manualmente, lo que lleva más tiempo y no es tan divertido como organizar los libritos.

Eso, en resumen, con el Kindle. En general, con los libros que he convertido en .mobi, la lectura es perfecta porque se puede cambiar el tamaño de letra. Con todo archivo tiene el plus que no cansa la vista, es absolutamente liviano y fácil de manejar. Da la chance de organizar dentro de sí los libros para encontrarlos fácilmente, escribir notas, subrayar y es muy transportable...

Pero no es un libro...

Aquí aparece la parte romántica del lector. Uno que ha vivido siempre rodeado de libros -sin que los haya necesariamente leído a un montón-, ha aprendido a amar el papel, la sensación de tener un libro en las manos y sentir las páginas, escuchar el suave crujir de la hoja de un libro viejo cuando se pasa lentamente, sufrir la pequeñísima cortadura de una página en el dedo, percibir el aroma de la tinta sobre el papel, el sonido de la pasta dura... Por eso pensé que talvez la lectura perdería ese algo que me ha acompañado toda la vida. Pero descubrí que no es necesariamente así.

Será porque he tenido la suerte de leer dos libros que me encantaron y me atraparon -Bajo el volcán de Malcolm Lowry y La senda del perdedor, de Bukowski- que no eché en falta el paraíso sensorial de un libro como los de siempre, tangible. No importa dónde o cómo lo lea: si uno se mete en la historia que se cuenta, si los personajes nos dan la bienvenida a su mundo y nos sumergen fácilmente en sus problemas, si se nos llenan los ojos de lágrimas cuando alguien muere o sufre una rotura de corazón, uno no diferencia entre aplastar el botón que cambia de página y tomar la esquina de la hoja de papel para pasarla del otro lado, ni entre la delgadez del aparato y el peso de un libro grande con cientos de páginas, ni entre las texturas ancestrales del papel y la fría tecnología... Los libros viven en lo que se cuenta, no en su apariencia.

Comentarios

  1. Cierto, todo muy cierto. Yo también he pensado en que un lector de ebooks me sería útil, porque también tengo muchos de ellos... Y también he tenido la misma disyuntiva sobre los libros en papel y los pdf...
    Ahora que he cambiado de continente con dos maletas a cuestas, hubiera dado (casi) todo por tener mis libros en pdf en vez de papel para así poder traérmelos. Pero no se pudo.
    Lo que no sé es si me compraría un Kindle... eso de ser de Amazon me disgusta un poco. Preferiría algo más OpenSource, si es que existe algo así.

    En fin... besitosss

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  2. hace rato no pasaba a dejarte nada por acá. Yo todavía me reuso al e-book, no sé si por la nostalgia del papel o porque es segura que la version que tengo de "El viaje del elefante" nadie me la va robar (o bueno casi nadie) en el bus que voy trabajo.
    Besin. Quizás pase por la carita de Dios pronto déjate ver y tomarnos un café.

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  3. Consu:
    Busqué muchas opciones antes de llegar al Kindle y, por el momento, parece la mejor opción, sobre todo porque no parece tener una tendencia a desaparecer como la mayoría de los otros. Claro que los tables son muy superiores al Kindle para casi todo, pero conllevan el mismo cansancio de la vista que una computadora... por eso me fui por el Kindle.
    Espero que los libros que dejaste sean recuperables de alguna forma.
    Besos.

    Icaro:
    Gracias por pasarte por acá. Yo me paso por tu blog y me entero de tus andanzas aunque no te diga nada. Es como me dijiste una vez, algo como "no es que no te lea, es que no tengo nada que decir"...
    Lo malo de mi Kindle es justo eso, no lo voy a llevar a ningún lado porque de ley me lo robarían. Para las salidas me llevaré alguno de los libros a la antigua.
    La carita de Dios siempre te recibirá con los brazos abiertos.
    Beso.

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