El otro día me compré un disco. Compré El tiempo de las cerezas y, sin quererlo, me vinieron muchos recuerdos a la cabeza. Antes de nada, vale decir que quería comprar este disco desde hace mucho tiempo, desde antes de que salga al mercado. Me acuerdo que, cuando me enteré que estaba grabándose, me interesó mucho, casi casi me quitaba el sueño y esperaba y esperaba a que llegue el día. Cuando escuché las dos primeras canciones promocionales, Días extraños y No fue bueno, pero fue lo mejor, me enamoré, me enamoré del sonido, de las letras, de la música, del ambiente que las canciones evocaban. No había cómo bajárselas de la página oficial del disco, sólo escucharlas, pero algo sé de internet, así que me saqué de ahí los wavs y les di palo escuchándoles una y otra vez cuando trabajaba en la universidad (acabo de buscar la página del disco y parece que ya no existe... mugrero...) Obviamente, el disco no iba a venderse pronto aquí, así que decidí solicitarle a mi amigo el Búho que lo baje. Por suerte, los piratas del mundo habían hecho bien sus deberes y no hubo mayor dificultad en conseguir los mp3. Así escuché y escuché el disco -los discos, porque es un doble- en la computadora, en el equipo de música que lee mp3, en el discman, en mi portátil y en el iPod. Pero no tenía los CDs...
Por fin, el otro día lo compré y volví a vivir uno de esos rituales casi olvidados que me llenaban tanto antes. Primero, lo compré y moría de ganas de llegar a escucharlo, lo tenía en la mochila y no veía la hora de poder abrirlo y escuchar las canciones que han sido parte de mi banda sonora desde hace unos 4 años, más o menos. Después de todo, es mi segundo disco favorito de toda la vida, por debajo únicamente del Canción animal. Cuando llegué a la casa, decidí darme un poco más de impaciencia y congelé los CDs. El mito dice que si congelas los CDs antes de oírlos, la calidad del sonido aumenta y se van a escuchar mucho mejor. No sé si será verdad o no, pero lo hice. Toda la noche en el congelador mientras los minutos pasaban lentamente. Talvez si no hubiera escuchado e interiorizado las canciones en estos pocos años, no hubiera aguantado sin escucharlo. Pero bueno, si algo he aprendido en la vida es a esperar... Así que esperé que llegue la mañana. Y llegó...
Comprar un disco no es sólo ponerlo, escuchar distraidamente, olvidarlo dentro del equipo y pasar a otra cosa. Estar frente a esa Caja de Pandora, abrirla cuidadosamente pero lleno de emoción, el olor a nuevo que sube hasta la nariz, la sonrisa que aparece en mi rostro, escuchar la música mientras leo el cartón, descubrir qué quería decir esa frase que sonaba confusa -"Con trémula voz..."-, enterarse de las intimidades de la grabación -la participación de Xel Pereda o los coros de Christina Rosenvinge-, redescubrir cada canción, redescubrir el sentido... Me vuelvo a dar cuenta de la pequeña obra maestra que tengo entre las manos. Es que, además de todo, un disco es una unidad, no un montón de canciones puestas ahí sin ningún criterio... Y en la unidad conceptual está también la gráfica, las fotos, los colores usados, la tipografía, el estilo. Por fin puedo decir que he esuchado completo El tiempo de las cerezas. Y puedo volver a decir que es lo mejor que ha llegado hasta mí en los últimos tiempos. Si mis recomendaciones fueran buenas, de ley se los recomendaba, pero tengo gustos raros... buenos y raros gustos.
Escribo esto mientras suena La pena o la nada y eso me recuerda que es un disco doloroso con canciones que te pueden romper el corazón... y lo hacen... Una inmisericorde dupla te escupe en rocanrol y folk las verdades de la vida a la cara. Un Bunbury a quien conocía y que fue quién me trajo hasta aquí... un Nacho Vegas a quien no conocía y ahora habita el Olimpo de mis compositores favoritos. Qué hermoso es tener otra vez un disco nuevo... este disco, el mismo disco que me hizo vivir el más entrañable tiempo de las cerezas y podría devolverme tranquilamente al tiempo de las cervezas.
PD: Cuando mis padres se fueron a Madrid, me trajeron el DVD Bunbury & Vegas, Liceu BCN, 30 de noviembre de 2006, pero no es lo mismo. Uno no puede sólo escuchar el DVD, es la experiencia diferente del video, descubrir no sólo las innovaciones de la interpretación en vivo, sino los gestos y movimientos de los músicos... Pero esa es otra historia...
Creo que algo que debí haber aclarado es que me tocó comprar la versión colombiana del disco... Todo bien con los amigos colombianos, pero sus ediciones de los discos no son tan bonitas como las originales. La original de El tiempo de las cerezas es en caja de cartón, tipo la del Euforia de Páez, y la que yo compré viene en la típica caja de plástico.
ResponderBorrarCuando uno compra un disco de un par de autores españoles, como mínimo espera que los discos sean alemanes, como pasó con David Summers...
Querido Derrelicto,
ResponderBorrar¿Congelas los Cds? ¿de verdad????? Me he quedado con la boca abierta.
¿Sabes que fue ese disco el que me llevó a esta página, a conocerte, a que seamos amigos?
Aparte de ese detalle, me encanta ese disco también. Escuchar a Nacho Vegas fue alucinante para mí, me falta sólo escuchar a Bunbury. A los dos... sería un sueño, ojalá pudiera cantar, ahora es real. :)
besos guapo
Claro que me acuerdo... No bajé el disco de gustavoeo, ya lo tenía de antes, pero quise poner un comentario para que la gente supiera lo maravilloso que es... y así nos conocimos.
ResponderBorrarOjalá puedas verlo pronto a Bunbury en vivo. Es un lujo ese señor sobre el escenario. Fue uno de los mejores conciertos de mi vida y sin duda el mejor del año pasado.
Un beso.