Lo malo de los sabores es que se me quedan más de lo que quiero... o se me van antes de lo esperado.
Hubo un sabor que, al comienzo, se me guardó en las papilas gustativas y casi podía recurrir a él -más bien debería decir a ella-, literalmente, a placer. Un poco de esfuerzo bastaba para paladear largamente el misterio de esa miel sin necesidad de volver a probarla. Después, como todo, se desvanecía y me obligaba a volver a la fuente para recargarme, cosa que no era ningún sacrificio para mí. Pero las recargas empezaban a durar cada día menos. Ahora que esa puerta se cerró para mí, sufro ataques repentinos del fantasma que dejó, entre otras cosas, el sabor. Vuelve de vez en cuando, violento y casi vengativo, con voluntad propia, a robarme la tranquilidad, a despertarme a media noche e incluso a sacarme de la dolorosa agonía de la soledad en una cama de hospital.
Pese a la adicción que causó -o gracias a ello- puedo ver que la importancia de un sabor es mucho mayor de lo que hubiera imaginado. Ahora que me quedé sin el éxtasis de cada primer trago de cerveza, hago tremendos esfuerzos por recrearla en mi mente, en mi lengua... y no puedo. Me desespero, me retuerzo, casi hasta lloro, y nada. Aunque sea lo que más me ha gustado hasta hoy, no puedo traerla a mí ni acudir a su ayuda aunque grite tembloroso en la oscuridad de la sobriedad.
Quien llegue a dominar la memoria sensorial y pueda activar imágenes, sabores, roces, olores y demás, podrá considerarse un paso adelante en la evolución. Hasta que eso me pase, seguiré tratando de engañar al cerebro para que me regale un primer sorbo de cerveza, aunque sea diminuto, que me haga creer que se puede volver a la vida.
Sí... Martina...
ResponderBorrarYa sé que este post es antiguo, pero no podía pasar por alto un comentario. No creo que yo sea nada fuera de este mundo (por muy marciana que sea) pero yo soy capaz de recrear sabores, olores, sensaciones, imágenes, con solo cerrar los ojos, abrir la mente e imaginarme en otro universo, en otro mundo (y ahí me sale lo marciana).
ResponderBorrarSi lo intentas, te darás cuenta de que no es difícil y es muy gratificante ;)
Podrá ser todo lo gratificante que se quiera, pero también puede llegar a matar... ese es mi miedo cuando lo consigo. La cosa es que cada vez es más difícil y el tiempo no regresa para nadie.
ResponderBorrarPutalavida, que te lo diré yo. Yo, amante de las listas, estúpidamente ordenada que soy, tengo una en la que detalladamente explico fechas que no debieron ser y otras que deberían repetirse.
ResponderBorrar¿Te das cuenta lo espectacular que sería tener una maquinita de regresar al pasado?
Yo, que tanto despotrico contra la memoria, un día me levanto y descubro que se me olvidó un aniversario más de algún tipo de tristeza... y hasta se me olvidó revisar la lista ordenada -como la tuya- de los pasados.
ResponderBorrarPero no es buena idea la de la máquina del tiempo. Tengo una que no sé usar. Cuando lo intenté, casi rompo la línea temporal y me hubiera creado demasiados problemas... Me conformaría con una televisión en la que uno pueda ver el pasado.
Quién lo hubiera dicho... Yo, que pensé que jamás volvería a deleitarme bebiendo esa miel directamente de la fuente, me encuentro ahora sonriente y satisfecho porque lo volví a hacer. ¿Será que no se debe dar nada por perdido? Pensé que esas puertas se habían cerrado para mí... y vaya si se abrieron...
ResponderBorrarEl mismo delicioso sabor, la misma miel salvaje bañando mi paladar, regándose por mis labios... Por suerte no vino acompañada de la misma adicción.
Qué más puedo decir... sólo que últimamente me encanta ser yo, y más si pude volver a besar a Martina... deliciosa Martina...