Después de todo, talvez no era tan buena idea.

Nada personal, iPod, la vida y la música deben seguir su camino.

Hace un tiempo (tres años, dos meses y un poco más) escribí que llenaría mi iPod con mis discos favoritos. Y es lo que hice: llené mi iPod con mis discos favoritos. Desde ese lejano día he ido incrementando y depurando la lista de las grabaciones que se merecen ocupar tan exclusivo lugar dentro de mis gustos, así como también he ido comprando más de esos discos porque ¿qué tipo de persona tiene sus "discos favoritos" solo en digital y no el objeto como tal, ese que uno debería poner en un altar y no en un disco duro? Ciertamente no me considero ese tipo de persona. Pero los principios que me llevaron a tomar esta decisión (aparentemente simple y sin complicaciones) me obligan a replantearme la pregunta existencial más grande: ¿Con qué música debo llenar mi iPod?

El problema que le veo a tener lo mejor y solo lo mejor de la música universal dentro de mi reproductor portátil es muy simple. Cada que lo conecto y me pongo a escuchar alguna joyita musical, me entra un cargo de conciencia terrible porque me digo que no debería estar escuchando la copia digital si tengo el disco físico, real, tangible, más allacito. A veces me siento como un idiota por pensar así, pero la verdad es que el cargo de conciencia es real. Tengo los discos ordenados y en sus puestos, pero con la excusa de poder moverme y escucharlos donde sea, los "traiciono" de alguna manera con mi iPod. Y hay que aclarar que desde hace mucho tiempo no escucho el iPod mientras voy por la calle (mis problemas de no encontrar los audífonos perfectos me impiden hacerlo), así que solo lo utilizo en interiores. Y "en interiores" significa en mi casa, donde tengo los discos físicos.

Así que, tras horas de intenso debate interno y un estudio detallado de la situación, debo llevarme la contra y hacer justamente lo contrario de lo que había dicho. Mañana mismo sacaré toda esa música perfecta y llenaré el iPod con otros discos (si es que tengo tiempo, claro). Me parece coherente, me parece sensato. Hay veces en que me engancho con algo nuevo o viejo que no había escuchado (lo que viene a dar lo mismo) o hasta con algo que había dejado relegado y casi se pierde en el olvido pero regresó a mí, y la única forma que tengo de escucharlo es en la computadora. No sé si a ustedes les pase, pero a mí me da toda la pereza del mundo tener que encenderla, así que ahí queda, con esa música esperando que algo ineludible me lleve a la computadora, y conmigo esperando que pase lo mismo para abrir el iTunes y poner esos temillas.

Cierto es que aún no he podido conseguir toooodos mis discos favoritos. Eso es un punto a favor del iPod. Talvez los deje ahí, aunque se pierde un poco el concepto inicial. ¿Qué haría en el aparato un grupito y no todos mis favoritos? El iPod debería más bien facilitarme el acceso a música que no conozco tan bien (claramente no se aplica a los favoritos), así que que le daré prioridad a lo que ha estado esperando por esta decisión.

Tengo alguna música "a la cola" este año. Podría empezar con eso, descubrir algo más, romper con ciertas cosas y esperar que el futuro me depare un montón más de canciones hermosas para que me acompañen.

Supongo que les mantendré al tanto...