Pequeña reseña del concierto de Fito Páez del 31 de mayo de 2014 en el Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito.
Había tenido un poco de problemas con Páez. Después del Naturaleza sangre no había podido conectar con ninguno de sus ocho siguientes discos... y eso es demasiado -vale anotar que antes no lo había logrado con el Rey sol tampoco-. Enterarme que venía un nuevo disco del rosarino siempre aparecía acompañado de un muy starwarsístico I've got a bad feeling about this, sentimiento que se confirmaba al escuchar las canciones. ¿Qué le pasa al pobre de Fito?, pensaba durante todos estos años, ¿es que ha perdido el toque? Cierto es que de vez en cuando aparecía algún tema relativamente destacado, pero al tipo que se sentó frente al piano y compuso joyas como La rueda mágica o Giros no se le puede pedir que se conforme con eso. Y cierto es también que eso es lo que pienso yo, porque seguramente Páez piensa muy diferente, y, además, el tipo que cogió la guitarra y compuso himnos como Polaroid de locura ordinaria o Ciudad de pobres corazones tiene todo el derecho de componer lo que se le venga en gana.
Pero bueno, se anunció que Páez vendría para Fiestas de Quito del año pasado -cuando volvió a sacar El amor después del amor de gira- y me llené de ilusión al pensar que tendría la chance de escuchar íntegro, en concierto, uno de los discos más grandes que se ha grabado -mi primer concierto de disco, o como se diga-, interpretado por el genio que lo creó. De más está decir que fue falsa alarma porque un idiota del municipio confundió a Fonseca con Fito y seguramente tuvo que amputarse las orejas por la cantidad de insultos que recibió. Así se apagó la flama de la expectativa por ver a Páez con sus mejores temas, su mejor disco y otros hits.
Luego vino el concierto de Bunbury. Mientras estábamos en las butacas, en la dulce espera, apareció un video en las pantallas que lo anunciaba: Fito Páez en Quito, 31 de mayo. Sin dudarlo dije "¡Vamos!", pero con el paso del tiempo me enteré que traía de gira el Yo te amo y que lo estaba tocando íntegro, en orden, y, encima más, en la primera mitad del show. Veía los setlists de otros lados y me daba tanta pereza... mi primer concierto de disco, ese disco. Me parecía un poco un error sacar de gira un disco como ese, aunque, claro, otra vez volvemos al punto de que Páez se ha ganado el derecho de hacer lo que le plazca, y si tiene ganas de sacar a pasear a este hijo, nadie se lo puede reclamar -muchas personas sacan al parque hijos mucho más feos que ese y nadie les dice nada, es más, se les acercan y les comentan lo lindo que está el bebé y les felicitan, lo que generalmente es sólo una excusa para ponerse a hablar de sus propios bebés-.
Y así, sin mucha expectativa, decidí ir no más al concierto. Como les decía al Cañas y al Búho, si uno oye todo el Yo te amo tocado en vivo por semejante estrella de rock y mismo mismo no le gusta, no habrá forma humana de poder apreciar este disco. Así que ya pasadas las seis de la tarde llegamos al Ágora para encontrar un recinto desolado, bastante menos de la mitad del aforo y un panorama que no pintaba bien. Para ir calentando al público, una muy buena y anónima banda -no sé, creo, no me acuerdo haber escuchado el nombre- hizo un pequeño homenaje a Spinetta, que la gente recibió bien y hasta cantó Me gusta ese tajo. Pasó un poco de tiempo más, la gente iba llegando y, por fin, las luces se apagaron tipo nueve de la noche. Como suele pasar en estos casos apareció un montón de gente que llega corriendo a última hora y el Ágora casi se llenó. Al menos me dio tranquilidad saber que Páez no encontraría un lugar lleno de lugares vacíos.
La cosa empezó como estaba programada. Tocó Yo te amo y después Margarita mientras la gente acompañaba los temas de la única forma en la que podía: en silencio -excepto, claro esos raritos que hay en todos lados que saben hasta el tema inédito que cantó una sola vez en un programa de radio de hace miles de años-. Después, la sorpresa. Supongo que en verdad no le fue muy bien cuando sacó a pasear a su hijo feo, así que decidió apuntalar el show con hits desde el comienzo y mostrar sólo tres o cuatro o cinco temas del Yo te amo. Gran acierto pues, además de que, hay que aceptarlo, la gran mayoría de gente va a un concierto esperando escuchar todos los éxitos y nada más que lo éxitos, este último disco tiene un par de temas que no solo resultan tristes, sino que le dejan a uno un poco bajoneado -y, ojo, que quien lo dice es un amante especialista en canciones tristes-.
Después de La rueda mágica y El jardín donde vuelan los mares, Páez, muy comunicativo durante toda la noche, conversador, todo lleno de carisma aunque sin mucha explosión, interpretó La canción del soldado y Rosita Pazos, a la que si bien ya habíamos escuchado en nuestra lucha con el último disco, y hasta habíamos visto su video, no pasaba de ser un tema más. Pero estar ahí, frente a un Páez armado únicamente con su terno rosa, su piano blanco y unos audífonos, cantando clarito la letra, acompañado por las imágenes del video terrible, fue muy diferente. Y, claro, los ojos se nos llenaron de lágrimas. No entiendo a la gente que no gusta de ir a conciertos. Después de haber ido a muchísimos, puedo asegurar que hay temas que uno no ha escuchado hasta no tener al artista desarmándose en el escenario, poniendo la vida en la interpretación. Y bueno, este fue el caso.
La otra canción que nos llenó de tristeza fue La velocidad del tiempo, esa que le escribió a Cerati y que habla de la tristeza y hasta la resignación que siente el rosarino con el estado de las cosas. Muy muy triste, sobre todo para quienes sabemos que el mejor concierto de nuestras vidas llegará sólo cuando Gustavo despierte y vuelva a empuñar su Jackson o su PRS en Quito.
Y bueno, así como nos dejó arrastrados, nos levantó y reanimó con obras poderosas como Circo beat, Naturaleza sangre, Ciudad de pobres corazones, Polaroid de locura ordinaria (dedicada a una afortunada chica llamada María Elena), Al lado del camino, El chico de la tapa en una versión realmente salvaje, A rodar mi vida, Dar es dar, Mariposa teknicolor, El amor después del amor (varias de ellas tocadas medio o un tono más abajo)... Y nos puso a llorar de vez en cuando cuando salió con cosas como Tumbas de la gloria, una brutal versión de Creo, 11 y 6, Brillante sobre el mic, pero bueno, son gajes del oficio. Cuando hay feeling -y a Páez le sobra- uno no puede más que dejarse llevar por la emoción, volver en el tiempo, disfrutar el presente, sentir y ya.
Como no tocó todo el Yo te amo, tenía que llenar el tiempo con más temas, así que, en algún momento de la noche, intercalado entre la armada de hits que enumeré, a Páez no se le ocurrió nada mejor que hacer un pequeño medley en piano lleno de joyitas como Track track, Cable a tierra, Tema de Piluso, She's mine, Y dale alegría a mi corazón... Un regalo a la generosa multitud que, con el típico frío del público quiteño, saltaba y cantaba en determinados momentos de la noche. Tanto salto y grito y canto resultaron funcionar muy bien pues, cuando Páez ya se había despedido y había tocado el final con Mariposa tecknicolor, cuando la gente había empezado a irse, cuando incluso nosotros teníamos un pie fuera del Ágora, se apagaron las luces y salió la banda otra vez y a la voz de "¡Se lo merecen!", nos regalaron un último El diablo de tu corazón.
Eso fue todo -o, al menos, eso creo, porque ya estaban los rodies desarmando las cosas y por eso nos fuimos, no creo que haya vuelto a salir para tocar alguna de las que se le quedaron fuera, como Giros o Cadáver exquisito-. Fin. CONCIERTAZO. Páez que se desarma en el escenario, los músicos que lo acompañan son una maravilla, una gran selección de temas y muchísimo feeling. Me alegra tanto haber ido, habernos besado, abrazado y llorado cantando con la Carmenlou mientras escuchábamos un puñado de temas imprescindibles en nuestras vidas -o al menos en la mía-, y descubrir que, aunque no le encuentre mucha gracia a la música que ha hecho en los últimos años, sigue siendo el autor de varias de las mejores canciones en español. Él lo sabe y está consciente que no podrá igualar lo que hizo en el siglo pasado. Si él está tranquilo con eso, es suficiente para mí, y así no fuera, no importa, porque Fito Páez tiene el derecho de escribir y grabar cualquier cosa que le dé la regalada gana.
* Perdón si he variado el orden en el que sucedieron las cosas, pero mi memoria es así. Hay que disfrutar el momento, porque después pasa, los detalles se van y sólo queda la sensación que te dejó.
Alejillo… jajajaja… Entrañable, sobre todo por lo que "pequeño"…
ResponderBorrarPar de cosas, como siempre:
1. Decir que me/nos hubiera encantado estar ahí es innecesario, realmente uno de los músicos que son parte de la banda sonora de mi vida, en todo sentido, en diferentes momentos, con demasiados temas.
2. Pues creo que te dije que "La canción del soldado", cuando le escuché y vi el video realmente me pareció un buen tema. La canción de Cerati también es muy buena. La de Margarita, me resultó algo entrañable, seguramente la María Pali tiene parte de la "culpa". Realmente el set list se ve que estuvo a lo bestia, incluyendo que haya tocado El Jardín donde vuelan los mares…
Y pues sí, apoyo totalmente que Páez en este punto de su vida puede hacer lo que le dé la gana… Puede que su época de grandeza haya pasado, como él lo ha mencionado en el mismo concierto, pongo lo que decía El Comercio a continuación, pero con tantos buenos temas, no se le podría pedir más.
"Esta canción pasa la prueba del tiempo. El problema es que no puedes hacer otra como esta. Todo lo demás te parece una porquería (risas del público). Para ustedes Quito, una nueva versión de Tumbas de la gloria".
Pues sí, Javi, lo de "pequeña" lo escribí antes del resto y ya nada... Sé que hubieras disfrutado mucho estando ahí y hubieras terminado ronco y adolorido como yo. Fue como reencontrarse con un buen amigo al que no veías hace mucho tiempo y en quien descubres todas esas cosas que hicieron que esa amistad tan fuerte siga creciendo hasta hoy.
BorrarTodos le agradecemos su sinceridad, su franqueza, tanto al componer como al interpretar y al aceptar que ya pasó su punto más alto de inspiración. Hay artistas en plena decadencia que creen estar mejorando con cada disco y lo gritan orgullosamente, cuando deberían estar pensando en el retiro.
Lo más raro fue que la nueva versión de las Tumbas de la gloria estuvo igualita a la de siempre...
Qué linda reseña y cuánto me alegro que la hayas disfrutado tanto Gatunito!! Envidia me da ahora y me arrepiento de no haberlo ido a ver. Hace tanto tiempo que no lo veo, tal vez debiera darle una oportunidad.
ResponderBorrarY tan rico ir con quieres a los conciertos <3 También te envidio eso gatunito.
Qué bueno que volviste a escribir. Besos!
¡Gracias por el comentario! Páez ha demostrado desde hace bastantes años que lo suyo es el directo. A sus discos recientes no les tengo ni mucho aprecio ni mucha paciencia, pero le tengo al que va a salir, el Rock and roll revolution... Esperemos que me sorprenda positivamente.
Borrar¡Besos!