Ahora que todo es rock y que esas músicas con otros nombres y otros ritmos resuenan en estadios llenos con propagandas que tratan de venderle rock a los incautos; ahora que cualquier cosa es rock y que las juventudes actuales se pierden en un montón de acordes, siempre repetidos, fusionando estilos electrónicos, caribeños, regionales mexicanos, bailables, balcánicos, árabes, con alguna guitarra eléctrica de fondo, como pretexto, y que aseguran millones de dólares en ventas; ahora que nada es rock y que las pesadillas de la ciencia-ficción se hacen realidad, con máquinas que ocupan el puesto de los humanos en el momento de la creación, sonidos casi al azar sin nadie que se desgarre el alma en la composición; ahora que no tengo muchas ganas ni mucho talento para escribir -y probablemente tampoco para vivir-, recuerdo el concierto de Bunbury, mi segundo, del 10 de marzo y, al menos en lo que al rock se refiere, encuentro consuelo.
Aunque el Licenciado Cantinas no pintaba bien para mí (sobre todo por ser un disco de covers, y de covers del cancionero popular latinoamericano -no es que tenga nada contra la música de acá, la que me ha emocionado tanto tantas veces, sino que un tipo que compone como Bunbury debería pasarse regalándonos sus creaciones si parar jamás-), después de un par de escuchas descubrí que el alma del rock acompaña con fuerza cada tema del disco y que la banda logra conjugar con completo éxito los estilos de música. El secreto parece ser un profundo amor por la versión original y, sobre todo, respeto por el rock que baña las versiones bunburescas, un respeto que no se nota en otros artistas que versionan a sus influencias. Ese detalle le dio fuerza a la pretemporada y me hizo llegar muy ilusionado al concierto.
Ambiente de concierto, con fans entregados y rendidos ante el poderío y la presencia escénica su ídolo, una banda, Los Santos Inocentes, como hay muy pocas en la actualidad, con su arsenal de riffs poderosos y solos roqueros como los que se escuchaban en los setenta. Sudar, temblar, sentir de golpe la edad después de saltar como un demente en temas como El hombre delgado que no flaqueará jamás y hundirme con la baladesca De todo el mundo. Y hasta ahora me resuena en los oídos el solo de Los habitantes, puro rock del bueno.
Qué envidiaaaaaaaa!
ResponderBorrarYo quería tanto verlo en España y me lo perdí, y a Chile no viene nunca :(
Abuuuuu lloraré!!!
Ya irá a Chile... para su siguiente gira seguro que irá, alguien tiene que llevarlo. Ahí verás qué tremenda dosis de rock presenta en cada concierto.
ResponderBorrarUn beso.
Ojalá pudiéramos verlo juntos... eso sería lo máximo (para mí). Besos!
ResponderBorrarSeguro disfrutaríamos mucho un concierto así...
ResponderBorrarNo había publicado el set-list de esa noche que nunca olvidaré. Aquí va:
ResponderBorrar01. El mar, el cielo y tú
02. Llévame
03. El solitario (diario de un borracho)
04. La señorita hermafrodita
05. El extranjero
06. Ódiame
07. Los habitantes
08. El anzuelo
09. No me llames cariño
10. Ánimas, que no amanezca
11. Sólo si me perdonas
12. Sácame de aquí
13. Que tengas suertecita
14. El día de mi suerte
15. De todo el mundo
16. Sí
17. El hombre delgado que no flaqueará jamás
---
18. San Cosme y San Damián
19. Bujías para el dolor
20. Infinito
---
21. El boxeador
22. ...Y al final