Ir al contenido principal

No podía dejarlo pasar. Maracanazo en la memoria...

Tengo mucho que hacer, pero no podía olvidar el aniversario. Hoy son 60 años del Maracanazo, justo hoy que Uruguay le ganó a otro local en mundiales (Sudáfrica: 0 x 3 :Uruguay). Sólo voy a transcribir una suerte de cuento que escribí hace unos 3 años, bastante ficcional porque el gran Obdulio Varela era un tipo de muy pocas palabras y yo lo pinto como un hablador. Pero bueno, es sólo mi muestra de respeto al mejor equipo de todos los tiempos, porque hay cosas que nunca se olvidan.

Hoy es el día

Hoy es el día... Abro los ojos y el peso de la realidad cae sobre mí, tratando de cerrármelos otra vez. La ahuyento de un manotazo al aire y salto de la cama. Mis pies desnudos tocan el cálido piso brasileño y siento la concentración de energía en mi cuerpo. Del cansancio por los partidos con Suecia y España no queda nada, estoy entero, como deben estar también mis compañeros, y me siento de maravilla. Irrumpo en sus cuartos con cánticos y aplausos y, poco a poco, se van levantando, algunos acompañando mis cantos, otros, como Máspoli o Gambetta, con ganas de matarme por hacerlos despertar. Un rápido cruce de miradas con cada uno me da la seguridad de que estamos listos.

La mañana pasa rápido, todos preparándonos. El profe preferiría que no vuele ni una mosca, pero creo que es mejor así. El Pepe Schiaffino no para con los malabares de derecha y la toca con todo el mundo. La pelota lo ama y hace todo lo que él le pide. Morán bromea con Ghiggia, a ver quién hace más goles en la final, aunque no lo hacen muy convencidos, mientras Gonzáles nos traduce a unos pocos lo que dicen los periódicos... Nos dan por muertos. Al que no lo veo muy bien es a Julito Pérez, parece que se muere de nervios. Comemos algo ligero en el hotel y salimos temprano. Qué bueno, porque la cantidad de gente en la calle es para no creer, y el trayecto al Maracaná se hace interminable.

Estamos en el camerino calentando un poco y nos tenemos que hablar casi a los gritos. Nadie se atreve a salir a dar un vistazo. Tejera piensa que todo Río de Janeiro está en el estadio. Parece que la torcida nos va a botar el techo encima, pero no importa, seguimos en lo nuestro. Puedo ver a Máspoli bien relajado, suelto, como gato mismo, atrapando cada pelotazo que le lanza el profe. Míguez me pasa por un lado como un rayo sin que haya sentido siquiera que se me acerca. Durante esa fracción de segundo en que queda a mi lado, nos miramos con el rabillo del ojo y puedo leer en él la confianza. Me doy una vuelta por el vestuario y se puede sentir en el ambiente que algo grande va a pasar... Aunque los brasileños van a salir a golear, en la cancha somos once contra once, y mis once no les tienen miedo.

Casi listos, nos avisan de una visita ilustre. Llegan los dirigentes de la A.U.F. cuando estoy terminando de ponerme el brazalete de capitán. Nos dan la mano, nos felicitan por llegar hasta este punto y nos disparan a matar. El presidente nos dice que si no nos hacen más de cuatro goles, habremos cumplido. Pasa un segundo eterno en el que siento que la confianza de muchos sufre la metralla de las palabras de ese ignorante, mientras a mí me sube la sangre a la cabeza y a punto estoy de caerle a patadas. "¡Cumplidos sólo si somos campeones!" le grito justo a tiempo para contener un poco la debacle anímica. Con la cabeza baja y muertos de vergüenza, los directivos salen del camerino.

Pasan los minutos, el profe nos da la charla y nos deja listos para salir a la cancha. Parece que algo explota allá afuera, debe ser el equipo local que salta al césped y provoca la histeria de toda la gente. Me paro en la puerta del vestuario y hago tiempo, esperando que se calme un poco tanta locura. "Dios mío", pienso, "es sólo un deporte... Espero que no lo tomen a mal cuando les ganemos la Copa".

Después de un largo rato salgo encabezando a los muchachos, con la Celeste, la segunda piel, y la multitud nos recibe agresivamente. Se puede sentir el retumbar de los tambores en nuestro cuerpo y el aliento de toda esta gente. Llegamos a la cancha y un Andrade pálido me dice "Acá debe haber más de doscientas mil personas..." Recorro la mirada por las caras del equipo y puedo ver cómo la fe de algunos se desmorona. Los reúno antes de que sea demasiado tarde y, sin saber bien qué decir, les grito "¡Los de afuera son de palo!". Gambetta me entiende perfectamente y me sonríe. Me acerco a Máspoli y le digo "¿Te fijaste en la cara del nueve de ellos? ¡Qué tipo tarado! Te apuesto lo que quieras que no es capaz de hacerte ni un gol". Corro después donde Ghiggia y con sorna le digo "¿Viste el arquero que tienen? Ese está medio dormido todavía, seguro le haces unos diez goles."

Grito, aplaudo, les transmito mi fe y todos se van levantando, van olvidando al cuarto de millón de brasileños reunidos en el estadio y a los temblores que causan al saltar. Nos miramos entre todos. Estamos bien. Nos paramos en fila para la ceremonia y las autoridades van saludando a los nuestros y a los de ellos. Con bastante esfuerzo podemos escuchar cómo su presidente les dice "campeones mundiales brasileños" sin siquiera haber comenzado el partido. Eso los va matando...

Y, todavía en la ceremonia, Julito Pérez me dice: "Obdulio, si hoy quieres ir a tapar, seguramente atajas cuatro penales". Es que es así, se puede sentir en la camiseta. Hoy es el día...


Salud, Uruguay... Salud, Obdulio.

Comentarios

  1. Cuando escribí este post me entró una gran duda sobre la fecha: según yo, toda la vida el Maracanazo fue el 16 de julio del 50... Será porque se jugaba el mundial y se enfrentaban el local con Uruguay el 16 de junio del 2010, que a los locutores y periodistas se les agravó la estupidez y aseguraron que era aniversario del Maracanazo... En todo caso, culpa mía por hacerles caso.

    ¡¡¡Grande Uruguay!!!

    ResponderBorrar
  2. Gatito futbolero...
    Aun ahora que te conozco hace varios años, me cuesta asimilar esta faceta tuya... No podías ser perfecto jajaja
    Fuera de broma, antes no me gustaban los hombres futboleros, hasta que entendí la razón por la que no me gustaban. Ahí lo superé. :) Ahora no me preocupa. Depende del hombre claro, y de el nivel...
    En estos días Chile no habla de casi nada que no sea fútbol y Bielsa que se nos va... Yo no tengo muchos recuerdos de partidos de fútbol... los de este año, alguna vez que fui al estadio y alguno que otro mundial... no lo llevo tanto en la sangre como mi hermana y mi padre... lamentablemente creo que me quedaré con este mal sabor de saber que dejaron ir a Bielsa y con eso la ilusión y la esperanza de miles de mis compatriotas :(
    besitos

    ResponderBorrar
  3. Y eso que yo no soy un fanático enfermo como muchos que andan por ahí... la Liga, mi equipo, tiene una cantidad absurda de malos hinchas triunfalistas exagerados que creen que somos los mejores del mundo... Hay una frase de un temita de Sabina y Páez que le queda muy bien a la Liga: aunque sé que no era la más guapa del mundo, juro que era más guapa... más guapa que cualquiera.

    En todo caso , tengo muchos recuerdos muy buenos de estos años, con la Libertadores, la Sudamericana, las 2 Recopas y el subcampeonato mundial... Bastante bien...

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Escriban, que yo no dejé a nadie...

Entradas más populares de este blog

Las enfermeras de la vida real no son como las del Show de Porcel

Ya ha pasado un año... Mi última visita a un hospital (espero que sea realmente la última) fue una mezcolanza de experiencias: el dolor insoportable, las ventajas de faltar a la oficina varios días, la incomodidad de las intravenosas... y las enfermeras... Sobre el dolor podría hacer un ensayo entero. Bastará con decir que, por esos días, cargaba el terrible peso de un corazón recientemente roto, esa sombra que a uno lo persigue a todos lados, le roba la sonrisa y se antepone a cualquier sensación o sentimiento. Pero, como dijo sabiamente mi Padawan, no hay dolor del corazón que se compare al de una rodilla rota o, en mi caso, al de un intestino rebelde. De la oficina y las intravenosas tal vez hable algún otro rato, pero de las enfermeras... Cierto es que el dolor y las drogas me sacaron de la realidad, pero también es cierto que no había nada más real que esas enfermeras. Mujeres contundentes y forradas de blanco, hacían su trabajo como quien lo ha venido haciendo por siglos. Sus ca

Lunático

Las cosas salen de los lugares menos pensados... El otro día me fui a ver La tourneuse de pages y conocí a Déborah François , la protagonista, hermosa mujer dueña de una belleza perturbadora, pese a no ser el tipo de mujer que me gusta -o talvez por eso-, y dueña también de un par de lunares en el cuello. De la película mejor no hablar, así que de una me dedico a lo que salió de la caja de Pandora que se abrió con los lunares. Fue algo totalmente imprevisto, un disparador escondido en lo recóndito del inconsciente, en la parte prohibida de la memoria... Prohibida porque es el camino directo a la bodega donde se guarda lo que no se debería volver a ver. Estoy exagerando... me gusta recordar algunas de estas cosas que alguna vez fueron letales y premeditadas minas antipersonales que dejaron enterradas ciertas chicas para volarme en pedazos después de su partida -toda mina extermina-. Con el paso del tiempo me he dado cuenta que hasta el más insufrible dolor deja de ser lo que era... qué

Las prefiero con lentes

¿Que por qué me gustan las mujeres con lentes? Pues no lo sé... sólo sé que, aunque una chica me parezca guapísima, me parecerá más guapa aun si la veo con lentes. Depende también del tipo de lentes -porque hay unos que no tienen nada que ver con nada- y del tipo de mujer -porque a algunitas ni los lentes más perfectos les salvan-; en resumen, las mujeres con lentes atrapan mi mirada, y suele pasar que no las puedo dejar de mirar. Después del caso de la parada de bus aquella vez, me sentí inmortal, bien y mal. Cuando vuelvo a verla con lentes pierdo y gano algo, pero me quedo igual, sin un “que te vaya bien” ni un beso ni nada, y seguimos nuestro camino como lo que somos, como dos extraños, aunque yo pueda dibujar su cara de memoria en la oscuridad, siempre con lentes... Yo la prefiero con lentes. Ella me prefiere lejos.

¿El mejor deportista de todos los tiempos?

¿Quién es el más grande de todos los tiempos? Por primera vez en la historia de la humanidad, una persona se portará objetiva para una elección tan importante como esta. Y esa persona seré yo. Esto no es cuestión de favoritos, es cuestión de datos reales. Si fuera por favoritos, en el podio estarían tipos como el Diego, Jean Alesí y Goran Ivanišević o Schumacher, Lou Bizarro y Ben Johnson o el Macho Man, Platiní y Rolando Vera. Tampoco será una elección basada en los conceptos típicos de deportividad o algo así, como lo que decía esa frase con la que empezaba un programa de hace años en la Nueva Emisora Central: “Deportista es aquel que no solamente ha vigorizado sus músculos y desarrollado su resistencia por el ejercicio de algún gran deporte, sino que, en la práctica de ese ejercicio, ha aprendido a reprimir la cólera, a ser tolerante con su compañero, a no aprovecharse de una vil ventaja, a sentir profundamente como una deshonra la mera sospecha de una trampa y a llevar con alt

Vos sos Dios... vos sos lo más

No importa cómo, no importa cuándo... Charly García es Charly García y sólo él es Charly García. Así esté vestido impecablemente, con los ojos pintados, revolcándose ebrio, lanzándose desde el noveno piso a la piscina, destrozando los amplificadores, demoliendo hoteles, casi inmóvil frente al piano, pateando fans o recibiendo un Grammy, tiene tanto para dar con esa genialidad que le desborda, que me obliga a preguntarme hasta dónde podrá llegar... hasta dónde la podra aguantar el mismo García. Fui a su concierto el sábado (21 de noviembre de 2009, en el coliseo General Rumñahui de Quito). Es la tercera vez que lo veo ahí, en el escenario, repitiéndome las cosas que me ha dicho toda la vida desde sus discos. Es algo que había dado por perdido... No esperaba volver a verlo, al menos no aquí. Pensaba que talvez en algún hipotético -y poco probable- viaje a la Argentina podría verlo tocar otra vez en algún bar, en alguna disco, en una plaza... en cualquier lado... Ahora, con la emoción cer