Hace mucho tiempo le di plata a una señora que pedía una ayuda en la calle. No me acuerdo en qué calle, sólo me acuerdo que parecía una señora que se olvidó el dinero en la casa o gastó de más o que fue víctima de unos carteristas. Vestía ropa que cualquier pordiosero envidiaría. Lucía como una mujer de clase media con trabajo, auto, zapatos sin huecos, ropa limpia, perfume, la cara maquillada y el pelo peinado. Daba la impresión de estar realmente necesitada y una gran tristeza se había ya ganado los rasgos de su cara, tal vez ayudada por el orgullo que había tenido que tragarse para pedirle dinero a un extraño. Por supuesto, le di un poco de plata... Eso de haber "retaqueado" -mucho tiempo después me enteré que ese es el término moderno para pedir plata esporádicamente en la calle- me da la experiencia de saber lo que se siente recurrir a la única forma de recaudar los diez sucres que faltan para el pasaje del bus.
Por algún motivo, sorteando mi eterna prosopagnosia, el rostro de esta señora se guardó en algún lugar de mi memoria... Mala suerte para la pobre.
Pasaron los años, muchos años, murió el sucre y nos dolarizamos, el corazón se rompió algunas veces y conseguí trabajo. Un día cualquiera, creo que era un lunes, salí de la oficina caminando hacia mi casa. A la altura del Hospital del Seguro se me acercó una mujer a pedir que le ayude. Sí, adivinaron, era la misma señora. Su pinta era igual, como la de cualquier mujer de clase media, pero con el trabajo destructivo de los años sobre su piel. La misma tristeza se pintaba en su cara. Se me hizo extraño que después de tanto tiempo la haya reconocido, pero más raro fue que, después de tanto tiempo, ella esté pidiendo dinero en la calle. Como la vez pasada, le di algo, pero casi contra mi voluntad... Algo raro estaba pasando ahí.
Al día siguiente, en el mismo lugar, me la volví a encontrar, y al día siguiente igual y al siguiente y al siguiente, hasta que llegó un momento en que dejé escapar ese algo que tenía dentro. Se me acercó con su cara de tristeza y su ropa de mujer con sueldo, me dijo "señor..." con un tono suplicante y yo dejé mi mente divagar: mi puño cerrado golpeó con violencia su cara y sus dientes volaron hasta el puesto de venta de caramelos. La cara que puso al recibir tan inesperado golpe estuvo mucho mejor que la de tristeza, y el sonido de la caida de su cabeza contra la vereda fue música clásica comparada con su voz que pide limosna.
Como verán, la odié. Ahora, cada que la veo con su cartera, su buen saco, su perfume y sus ojos a punto de llorar, le dirijo miradas de desprecio y me la imagino volando por los aires después de recibir una de mis super patadas en su arrugado cuello. Y después de imaginar la agresión imposible, me imagino lo que hará después, al regresar a su casa: llegará, se quitará el saco, dejará las llaves del carro sobre el velador, se sentará en la cama, encenderá su televisión de al menos 21 pulgadas y abrirá su cartera. Ahí sacará el dinero que ha recolectado en el día y lo lanzará hacia arriba para sentir la lluvia de billetes en su cara antes de que regrese su marido en su carro, con su sueldo ganado honestamente.
Tal vez me equivoque y ésta sea una pobre señora realmente necesitada. Tal vez yo esté comprando un boleto al infierno con este texto, pero qué quieren que haga si es eso lo que siento...
Por algún motivo, sorteando mi eterna prosopagnosia, el rostro de esta señora se guardó en algún lugar de mi memoria... Mala suerte para la pobre.
Pasaron los años, muchos años, murió el sucre y nos dolarizamos, el corazón se rompió algunas veces y conseguí trabajo. Un día cualquiera, creo que era un lunes, salí de la oficina caminando hacia mi casa. A la altura del Hospital del Seguro se me acercó una mujer a pedir que le ayude. Sí, adivinaron, era la misma señora. Su pinta era igual, como la de cualquier mujer de clase media, pero con el trabajo destructivo de los años sobre su piel. La misma tristeza se pintaba en su cara. Se me hizo extraño que después de tanto tiempo la haya reconocido, pero más raro fue que, después de tanto tiempo, ella esté pidiendo dinero en la calle. Como la vez pasada, le di algo, pero casi contra mi voluntad... Algo raro estaba pasando ahí.
Al día siguiente, en el mismo lugar, me la volví a encontrar, y al día siguiente igual y al siguiente y al siguiente, hasta que llegó un momento en que dejé escapar ese algo que tenía dentro. Se me acercó con su cara de tristeza y su ropa de mujer con sueldo, me dijo "señor..." con un tono suplicante y yo dejé mi mente divagar: mi puño cerrado golpeó con violencia su cara y sus dientes volaron hasta el puesto de venta de caramelos. La cara que puso al recibir tan inesperado golpe estuvo mucho mejor que la de tristeza, y el sonido de la caida de su cabeza contra la vereda fue música clásica comparada con su voz que pide limosna.
Como verán, la odié. Ahora, cada que la veo con su cartera, su buen saco, su perfume y sus ojos a punto de llorar, le dirijo miradas de desprecio y me la imagino volando por los aires después de recibir una de mis super patadas en su arrugado cuello. Y después de imaginar la agresión imposible, me imagino lo que hará después, al regresar a su casa: llegará, se quitará el saco, dejará las llaves del carro sobre el velador, se sentará en la cama, encenderá su televisión de al menos 21 pulgadas y abrirá su cartera. Ahí sacará el dinero que ha recolectado en el día y lo lanzará hacia arriba para sentir la lluvia de billetes en su cara antes de que regrese su marido en su carro, con su sueldo ganado honestamente.
Tal vez me equivoque y ésta sea una pobre señora realmente necesitada. Tal vez yo esté comprando un boleto al infierno con este texto, pero qué quieren que haga si es eso lo que siento...
otro punto de vista, me ha gustado este blog
ResponderBorrarSaludos
El otro día, caminando de regreso a mi casa, la volví a encontrar ¡¡CON SU HERMANA GEMELA A SU LADO!! No creo que haya sido una ilusión óptica... Capaz que todo este tiempo se han estado turnando, y yo ni cuenta.
ResponderBorrarLa doble patada voladora mental cayó en sus rostros y desparramó sus dientes por toda la vereda. Tal vez era la única manera de frenar este negocio familiar.
PD: Perdón por la violencia...
chuzo!! te habia visitado pero no habia nada publicado... creélo te extrañe
ResponderBorrar:) Alguien en el mundo piensa en mí, aunque sea por el blog...
ResponderBorrarme gusta como escribes lo que escribes... aun que siempre sea un poco triste ... creélo alguien en le mundo piensa en ti
ResponderBorrarYo sé que soy inbancable, yo sé que te hice reir, yo sé que no dejé a nadie... Pero alguien en el mundo piensa en mí.
ResponderBorrarNo sé quién serás, pero lo máximo tus comentarios. Con un puñado de palabras se le puede alegrar el día a uno... Graciaaaaaaas.
Querido amigo, ya sabes que siempre pienso en ti aunque no te lo diga, ni te escriba tan seguido. ¿Por qué no te has actualizado? Me encanta leerte, siempre tienes algo diferente para cambiarme el punto de vista (ampliar mi conciencia?) Si no hay chance de que me escribas un mail, déjame al menos un mensajito. Espero verte pronto y cierto, ni creas que me olvidé, tenemos una cita pendiente... ¡Feliz Cumpleaños! te requiero.
ResponderBorrarSaber que has estado pensando en mí es el mejor regalo que podría recibir... Gracias.
ResponderBorrarIntentaré ponerle más empeño al blog y escribir más seguido, como tú. Ojalá pudiera poner cosas tan interesantes como las de las diosas y las hadas...
Lo que pones es totalmente interesante! A mí me encanta leerte y de verdad es "otro punto de vista". Sólo que un poco escaso y por eso quisiera leer más de lo que piensas...
ResponderBorrarte requiero.
Mirá que pense en no escribir nada más pero me hace falta una conversación sobre colchones por partes. Hoy vi tu perfil en el "jai fai" y vaya coincidencia mi hermano cumple años el mismo día que tú y a mí me encanta "the eternal sunshine of an spotless mind" (weird it took me 4 views to get to like it)
ResponderBorrarSe va ampliando el grupo de los nacidos el 13. Tengo pendiente una entrada sobre el olvido, claro, con la referencia inevitable de la experiencia de Joel Barish (para que la hayas visto 4 veces, supongo que te empezó a gustar desde la primera).
ResponderBorrarDispuesto siempre a una plática sobre colchones, me despido, un poco extrañado por el cambio del espacio y del personaje: de Nacho Vegas a una vieja pordiosera...
Más que gustar fue algoa así como una curiosidad extrema
ResponderBorrarAmo esas curiosidades extremas que me obligan a repetir y repetir películas, discos, libros, actos o experiencias. Algo así también me pasó con el Eternal sunshine...
ResponderBorrarPor ahora y hasta el lunes, mi curiosidad tendrá que ser orientada solamente a los vampiros para mi defensa de tesis...
entonces no te distraigo más, defiende tu tesis. Yo me voy este fin de semana a mi patria chica a buscar información para un proyecto en mente. Sintíendome un poco depre pa' decirverdad el día de hoy. Hay noticias que bueno... te dejan el corazón más roto que de costumbre
ResponderBorrarHay una epidemia de depresiones cerca de aquí... Lástima que también te haya tocado. Ojalá el viaje a la patria chica te cure de algún modo, aunque siempre he sido de los que piensan que no se le debe escapar a los excesos ni a las intensidades, y si una depresión es intensa, hay que vivirla sin importar todo lo que nos pueda llegar a doler. Al fin y al cabo, el dolor es lo más real de la vida.
ResponderBorrarMi patria chica me he dejado exahusta!! tremendo viaje pero el obejtivo se logró ahora tengo la informaion que buscaba. El trauma sobre la noticia que me dejo mal solo me duro el fin de semana tanat agua a corrido bajo ese puente y su fantasma ya no duerme en mi colchon , así que dejamos los recuerdoa ahí comenzamos a forjar unos nuevos. suerte con tesis.
ResponderBorrarEso de suerte con tesis... sonó como a café con leche. Suerte con la tesís
ResponderBorrarQuerida: Había otro poema que quería poner aquí, pero no logro acordarme ni nombre ni título. Cuando me acuerde lo haré. No recuerdo con permanencia dolorosa lo que quisiera olvidar... más bien es lo que debería olvidar. Algún rato tendré que explotar mi fascinación con el olvido y dedicarle unas líneas en el blog.
ResponderBorrarGracias, querida, por escribir y asomar por aquí.
Maldita sea... apachurré algo que no debía y se me borró un comentario. Ya ni modo...
ResponderBorrarNo borraste un comentario, borraste MI comentario! No tengo idea qué significa que me borres de los comentarios... pero me hace pensar en eso del olvido. ¿Borras lo que quieres olvidar o borras para que sólo permanezca en tu memoria...?
ResponderBorrarLo siento. Intenté recuperarlo pero casi termino dañando todo, así que mejor lo dejé ahí. No tiene nada que ver con el olvido, más bien con la torpeza, como una vez que saqué un millón de sucres del cajero sin querer... En todo caso, ya que se borró, permanecerá en mi memoria... :)
ResponderBorrar¡La volví a ver hoy! Se me acercó en la calle, tuvo el descaro de querer pedirme plata en la esquina del Jardín. Yo simplemente le dirigí una mirada de odio y estiré mi mano derecha en señal de rechazo, sin pararme. La había visto vagar por ahí antes y subirse en un taxi. Después de que la dejé, crucé la calle y regresé la mirada justo a tiempo para verla desaparecer en el interior de otro taxi.
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